18 mayo 2008

ETICA Y DESASTRES



La Ética Humanitaria En Desastres Y Guerras

La ética humanitaria consiste en salvar vidas de los más necesitados y al mismo tiempo en respetar la dignidad de cada persona destrozada por conflictos armados, hambrunas, enfermedades o desastres naturales, explicó el informe. En el momento de ser aplicada, la ética humanitaria se rige por dos principios, el de neutralidad y el de independencia. Estos principios constituyen la base de un código de conducta para la ayuda humanitaria al que han adherido más de 200 organizaciones de todo el mundo. Los colaboradores buscan tener acceso a todos los necesitados, lo que no quita que tengan que encarar retos de gran peso moral. Sin embargo, la Federación de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja observó que el cumplimiento de esos principios ha sido desigual.

Por ejemplo, la asistencia humanitaria tiende a favorecer los desastres de gran notoriedad pública en detrimiento de la crisis que alcanzan un elevado perfil, admitió Jonathan Walter, editor del informe. "En la federación creemos que en la guerra contra el terrorismo se está exagerando esa tendencia", subrayó. Los mayores volúmenes de ayuda se dirigen hacia los países que son "blanco de la guerra contra el terror", pero la asistencia humanitaria no tiende la misma mano a todos aquellos que sufren las consecuencias de conflictos armados, enfermedades o desastres, expusó la organización.
Ayuda Humanitaria, ¿Una Coartada Para La Política Exterior?

La misión de la ayuda humanitaria no consiste en solucionar las crisis ni en encontrar los medios para resolverlas, pero está claro que sin la presencia de trabajadores humanitarios en los lugares de los hechos resultaría más difícil comprender el origen de los conflictos, restablecer un mínimo de justicia y dar con las claves para salir de las crisis. Sin embargo, según Emma Bonino, Comisaria europea para la ayuda humanitaria, hay que evitar las situaciones en las que la ayuda humanitaria se utiliza para sustituir o para servir de coartada a la falta de una política exterior. Sin voluntad política que respalde las acciones de la Unión Europea, de Estados Unidos, o de la ONU, por ejemplo, en una situación de crisis, la acción humanitaria, por mucho que se justifique, no será mas que un sucedáneo, una gota de agua en el mar, subrayó.

A su vez afirmó Bonino que el objetivo no debe ser politizar la ayuda, sino más bien hacer que la política exterior sea más humanitaria. Los principios, por muy respetables que sean, no constituyen una base sólida para resolver las crisis puesto que para ello se necesitan soluciones realistas; Bonino aseguró estar cada vez más convencida de que una política exterior basada únicamente en intereses, ya se consideren nacionales o regionales, no tiene futuro. Europa necesita una política exterior que se apoye sobre sólidos fundamentos éticos, valores y principios aceptados universalmente que son los únicos que pueden explicarse y defenderse ante los parlamentos nacionales y el conjunto de nuestros ciudadanos.
Desastres Consentidos Y Los Otros

En el año 2000 la ayuda ascendió a 5.900 millones de dólares, cifra sin precedentes, pero la distribución mundial revela un mapa más bien político que moral. Por ejemplo, el Cáucaso Septentrional, ese año, recibió 89% del llamamiento de la ONU y Somalia tan sólo 22%. La ayuda per cápita varió de 10 dólares en Uganda a 185 en Europa sudoriental. Pocas semanas después de derrocar a Saddam Hussein, se habían recaudado 1.700 millones de dólares para prestar socorro a Irak, pero sólo se había recibido menos de la mitad de la ayuda prometida para los más de 40 millones de africanos que sufren de inanición. El año pasado 2.400.000 de africanos murieron de VIH/SIDA y, este año, la suma necesaria para luchar contra la pandemia que sufren los países pobres es el doble de la solicitada el año pasado.

En particular, el informe alude a la situación de África, abrumada por sequías, inundaciones, conflictos armados y enfermedades infecciosas. Sólo la pandemia de VIH/SIDA costó el año pasado a ese continente unas 6.500 vidas por día.

Medición De Desastres: Retos, Posibilidades Y Ética

La ayuda humanitaria tiende a seguir la ola de los conflictos armados más notorios. Las crisis sobre las que se informa poco o cuya importancia es menor desde el punto de vista estratégico captan menos ayuda. Faltan datos exactos y fidedignos sobre los desastres en general, y las guerras y las hambrunas en particular. Sin ellos, miles de víctimas mueren antes de que las organizaciones hayan registrado siquiera sus necesidades. Los datos inexactos pueden dar lugar a decisiones erróneas que, a su vez, pueden costar vidas o contribuir al despilfarro de recursos valiosos. Además, sin información exacta sobre las necesidades mundiales, nadie puede juzgar si el gasto humanitario es realmente imparcial.

La clave para recolectar buenos datos reside en tener acceso a los necesitados, pero, a menudo, llegar a las zonas de guerra y a las zonas siniestradas resulta muy difícil o peligroso. Por otra parte, los desplazamientos de población imprevistos dificultan aún más la obtención de datos exactos. La mayoría de las víctimas mueren fuera de las zonas de socorro y es imposible conocer el número exacto, incluso en los campamentos de refugiados.

Las emergencias complejas plantean problemas particulares tales como definir a quien se considera damnificado y por qué motivo. Recolectar y utilizar datos sobre desastres también plantea importantes retos éticos. Inmediatamente después de un desastre, cuando las necesidades de orden humanitario son urgentes, ¿se debería gastar un tiempo precioso y valiosos recursos en recolectar datos, o en salvar vidas? Algunos afirman que es inmoral postergar intervenciones que permiten salvar vidas hasta que no se hayan recolectado datos. Otros, estiman que la ayuda debería basarse en evaluaciones objetivas de las necesidades.

Otro reto importante, que subraya el informe es evitar que los datos sean manipulados disimuladamente con fines políticos, militares o comerciales. Esto último podría lograrse estableciendo un código internacional de ética sobre la recolección y utilización de datos que estipulara normas detalladas, directrices y herramientas, basándose en el proyecto Esfera. Recabar información de alta calidad es el sistema nervioso del quehacer humanitario. Sin él, cualquier acción que se rija por principios quedará paralizada tanto ahora como en el futuro.

10 mayo 2008

LA RESPONSABILIDAD SOCIAL DEL NUEVO PROFESIONAL




Las Consecuencias Sociales De La Participacion En Asuntos Públicos
Para tratar el tema de los Asuntos Públicos tendremos en cuenta lo siguiente: la definición que da el Public Affairs Council, que nos habla de “la función directiva responsable de la interpretación del entorno no comercial de la corporación, y la dirección y gestión de la respuesta de la compañía a esos factores”

Las Relaciones Públicas y los Asuntos Públicos o relaciones gubernamentales han sufrido una fuerte relación de similitudes y no similitudes desde la década de los setenta.

James Grunig (2000;421) Las Relaciones Públicas tradicionales se han concentrado demasiado en las relaciones con los medios, y en esta concepción de los Asuntos Públicos se debe abandonar el tradicional agente de prensa por un profesional del modelo simétrico o asimétrico bidireccional de la Teoría de las Relaciones Públicas, James Grunig (2000;422), considera que “los Asuntos Públicos son las actividades de una compañía en educación, política y relaciones con el gobierno. “

Ante estas modificaciones al modelo tradicional, podemos hablar de una gestión de los Asuntos Públicos como un programa del profesional de las Relaciones Públicas aunque este punto pueda generar polémicas o debates.

Una definición más pragmática de Asuntos Públicos nos habla de “Las actividades de una compañía en educación política, y relaciones con el gobierno”.

James Grunig (2000;422) Tradicionalmente las grandes corporaciones basaban sus estrategias de vinculación con los temas gubernamentales a través de un sistema reactivo (esperaban la acción del gobierno y tomaban las decisiones en consecuencia), pero actualmente están trabajando en un sistema proactivo (intentan participación en la generación de la política, antes que el gobierno actúe).

Hoy en día, las grandes corporaciones tienen sus especialistas en Asuntos Públicos, pero también los tienen los diferentes sectores del gobierno y los representantes del tercer sector o asociaciones de profesionales y cámaras de los diferentes sectores.

Según el Public Affairs Council, una organización de ejecutivos de Asuntos Públicos de grandes corporaciones: una definición adecuada de estos es “la función directiva responsable de la interpretación del entorno no comercial de la corporación y la dirección y gestión de la respuesta de la compañía a esos factores”.
Se pueden mencionar algunos de los problemas que se originan por la participacion en asuntos publicos de acuerdo a las actividad que realice cada empresa. Tenemos las siguientes:
  • Las responsabilidades primarias (funciones económicas básicas): calidad de los productos y servicios y beneficios corporativos.
  • Responsabilidades secundarias (consecuencias de las funciones básicas): contaminación, inflación, monopolio, relaciones humanas en el trabajo, empleo de minorías.
  • Responsabilidades terciarias (problemas sociales generales): deterioro de las ciudades, calidad de la educación, apoyo a organizaciones de caridad, desempleo.

Aspectos Éticos Asociados A La Responsabilidad Social Del Nuevo Profesional

El concepto de Responsabilidad Social ha ido gradualmente instalándose en la mentalidad de los empresarios modernos. Hace un par de días, William Hays, Presidente del Consejo Minero, entidad que agrupa a todas las grandes empresas mineras del país, incluyendo, además de las grandes empresas mineras trasnacionales, a la Corporación Nacional del Cobre de Chile y a lo menos una empresa importante nacional, como es Minera el Tesoro, se mostró claramente partidario de incorporar este concepto en las políticas de manejo de las empresas de ese sector, mencionando ejemplos señeros de cómoalgunas de ellas lo ponen en práctica en diversas maneras. Aún más, hace un par de semanas, tuvo lugar en el Centro Cultural Mapocho, un importante evento socio-económico denominado "La Otra Feria", que los medios destacaron como una "Reunión de Ideas para construir una sociedad mejor", que tuvo un resonado éxito tanto por el número de participantes de todos los sectores como por el alto nivel de los paneles en que se consensuó el elevado grado de compromiso de empresarios, organismos de Gobierno y entidades de la sociedad civil organizada en contribuir al bienestar de lasociedad. El sentido de responsabilidad social arranca, indudablemente, del espíritu de solidaridad o filantrópico que está, en mayor o menor grado, presente en casi todo ser humano y aún en algunos animales, que se ha manifestado históricamente de muchas maneras, siempre trasunto del principio superior que inspira a Cristo y a muchas posiciones religiosas, filosóficas o de simple convivencia social que nos mueven a amar al prójimo. "Como a ti mismo" dice el Evangelio. No cabe duda de que la decisión de una firma de abogados de participar en actividades profesionales en forma gratuita, como ocurre en cualquiera organización empresarial, depende directamente de los individuos que la manejan y dirigen, desde quienes esta decisión pueda ser trasmitida y permear a todos sus integrantes, sean ellos socios, asociados o paralegales. Es éste el punto de partida. El punto siguiente a dilucidar es qué motiva una actitud semejante. A veces, ella puede provenir de un honesto espíritu de solidaridad o filantropía que se dá en quienes tienen fuerte poder de decisión dentro de la empresa. Pero también puede tratarse de una estrategia comunicacional, funcional a la publicidad. Vale la pena, pues, reflexionar sobre la motivación real de las acciones que encuadran dentro del concepto de Responsabilidad Social, ya que si ellas no responden a un auténtico deseo de ayudar a los más débiles, puede ser criticable e incluso inconveniente. Ello, porque el espíritu de solidaridad debe tener un fuerte respaldo ético para que cobre su significado real. La palabra "ética" proviene del griego "ethos" que significa "lugar de residencia" ( lo que conlleva una referencia al propio ser). En consonancia con ello "ethos" significa también "modo de ser", "carácter". Suele mencionarse a la ética como sinónimo de moral. Me quedo con la interpretación que asimila la ética a la filosofía práctica, esto es, aquella que regula las conductas y que permite calificar éstas como buenas o malas al nivel de los valores que cada uno tiene. Ello en contraposición a la "moral" o "costumbres" regla de conducta compartida con la comunidad en que uno vive, establecida como manera de asegurar la cohesión y organización del cuerpo social del cuerpo colectivo en un lugar y tiempo dados. Así, una firma de abogados, organizada empresarialmente, actuará éticamente cuando sus miembros lo hacen dentro de sus propios valores y principios de conducta. Creo que es a este objetivo que la actuación Pro Bono de los estudios de abogados debe propender, dejando de lado los aspectos promocionales o funcionales a su éxito económico. Para ello, la firma de abogados debe procurar que todos sus integrantes incorporen la responsabilidad social como parte de sus valores, de modo que sus actividades Pro-bono fluyan de modo espontáneo. Para ello, es importante la formación cultural y educación ética de sus miembros, dentro y fuera del estudio.

La importancia de criterios éticos para orientar las acciones Pro-bono de los estudios de abogados se hace indispensable, especialmente en estos tiempos, en que la técnica se dispara en materias tan trascendentales como la bioética, los alimentos transgénicos, u otros, poniéndose el énfasis en respaldar el respeto de los derechos humanos y otros valores fundamentales que se ven negativamente afectados con el narcotráfico y el lavado de dinero entre otras cosas. Asimismo, en la búsqueda de objetivos de relevancia social, como el acceso a la justicia, la erradicación de la pobreza y la creación de empleos. Ni el mejor de los honorarios puede justificar que los abogados pongan su inteligencia y preparación al servicio de causas que atentan contra principios éticos en materias tan delicadas como las recién señaladas. Con lo que estoy diciendo es probable que la contribución de las firmas de abogados se vea orientada no sólo a la atención de asuntos jurídicos profesionales, sino que, además, a la participación de sus integrantes en actividades tales como consejos directivos de fundaciones o corporaciones sin fines de lucro que persiguen fines de interés común, en las que su aporte puede ser enormemente significativo. Asimismo, en alianzas con Universidades que tengan planes de ampliar la asistencia judicial a estratos sociales que no reciben ayuda del Estado para este objeto. Un último punto en esta breve reseña. A mi me enseñaron a practicar el bien con refranes como " haz el bien y no mires a quién", o "que la mano derecha no sepa lo que hace la izquierda". Este llamado a la modestia en el "dar" creo que es y ha sido compartido por muchos de nosotros en nuestra actividad diaria de solidaridad en la atención sin honorarios de muchos asuntos con que el diario vivir nos enfrenta. Eso tiene que mantenerse, como también continúa siendo valioso dar una dádiva o limosna a un hambriento o contribuir a una colecta pública. La responsabilidad social, sin embargo, tiene un efecto mucho más amplio en el actual ambiente de globalización, en que el espíritu de solidaridad ha de manifestarse en un mundo más pequeño y poblado, con fronteras cada vez más tenues, en que el espíritu solidario debe extenderse en el espacio no sólo a los que están cerca sino también a los que están lejos. No sólo a quienes compartimos el planeta en estos momentos, sino también respecto de las futuras generaciones que lo poblarán, a quienes debemos entregar un ambiente vivible en lo ambiental y en lo social.

La Responsabilidad Del Nuevo Profesional En La Construccion De Un Pais Con Equidad Social, Justicia Y Libertad

La cuestión de los presupuestos éticos de la evaluación ambiental contempla también otro aspecto que es él referente a la responsabilidad para con las generaciones futuras de seres humanos.
Respecto a este asunto existen enconadas controversias. Hay quien dice que es arbitrario pensar en el bienestar de las personas futuras, pues no podríamos saber nunca el conjunto de sus expectativas, preferencias, prioridades o percepciones del bien y el mal, por lo tanto no hay posibilidad de realizar cálculos económicos que midan el impacto de nuestras actividades en beneficio o perjuicio de esas futuras personas.
Quienes piensan así terminan diciendo que pensar en el bienestar de las generaciones futuras es una petición formal, pues a fin de cuentas son los hombres actuales los que determinan la dosis de impacto ambiental tolerable e intolerable y a lo sumo proponen que la gente preste atención a su futuro, sin pensar en las generaciones futuras. A partir de este "velo de ignorancia" se garantizaría el bienestar de las generaciones futuras.
De todas formas, pensar en las generaciones futuras constituye una finalidad ética importante como acicate a acciones que van más allá del interés generacional inmediato, lo cual provocaría la necesidad de análisis económico del impacto ambiental en su correspondencia.
Claro, puede darse el dilema ético entre la necesidad de satisfacer las necesidades presentes y las futuras, de a corto y a largo plazo. Pero incluso en tales circunstancias, no hay porque perder las expectativas éticas de velar por el bienestar de las futuras personas e intentar obrar de modo tal que nuestras acciones comprometan en menor medida posible la base natural del bienestar de las mismas. La evaluación económica del impacto ambiental, en la medida que nos permita saber cómo valorar el futuro, puede ayudarnos mucho a resolver este dilema.
Se puedan dar también casos de conflictos como en el caso hipotético de una comunidad que vive de la tala de bosques y sus miembros están convencidos que hay árboles para todos o que no les interesa ni el bienestar planetario ni el de las generaciones futuras. ¿Es justo obligar por medios violentos a que esa comunidad cese de cortar árboles? ¿Hasta que punto podríamos tolerar que alguien dañe el medio ambiente?.

Por lo que de manera general se puede concluir que la ética actual se debe resumir por un grupo de peculiaridades donde personifica el profesional que vele por los intereses de nuestra revolución.
Ejemplo de ello se puede mostrar cuando se aprecia un mecanizador que vela por la explotación de manera racional los recursos puestos a su disposición; se puede tener la experiencia de mecanizadores que haciendo uso del cargo han desviado recursos como un tractor que debe estar produciendo en el campo en una preparación de tierra está prestándole servicio a un campesino dueños de tierras particulares; este es uno de los muchos ejemplos donde no siempre los recursos puestos por el estado para producir bienes y servicios a la sociedad son explotados racionalmente.


Otro de los muchos ejemplos lo podemos apreciar con el uso de los recursos energéticos, donde el país hace grandes esfuerzos invirtiendo grandes sumas para adquirir combustible diecel y sus derivados para garantizar la producción agrícola, pero existen muchas realidades donde hay situaciones en que el control y explotación de estos recursos, depende de la subjetividad de las personas que dirigen el proceso, haciendo una programación incorrecta de estos recursos energéticos tan necesarios para la economía de cualquier país.

Existen casos donde a veces la subjetividad nos juega una mala pasada; hay momentos en que la mujer por su preparación y formación se ha ganado un espacio como directiva al frente de un grupo de hombres; los cuales dentro de su idiosincrasia no siempre aprecian con un buen juicio las potencialidades de la misma, solo por ser femenina y lidiar con problemas complicados como los que puede apreciarse en la vida práctica.


En nuestro país la mujer se ha ganado el espacio con excelentes resultados gracias a una larga lucha por sus derechos; a veces no se corresponden con nuestros juicios, porque siempre queda el recelo de una parte de nuestra generación con prejuicios de machismo, por lo que recomendamos aquellas personas que si algún momento de su vida laboral tienen la posibilidad de estar junto a alguna mujer, la respete no solo por su sexo sino por su capacidad como profesional y le den la misma atención como si fuera un hombre.

Siguiendo con el ejemplo anterior el mecanizador debe estar claro de cómo usar correctamente una determinada máquina, como parar en el momento justo para realizarle una reparación a la misma, velar por un adecuado control de los mantenimientos para que se pueda alargar la vida útil, además de velar por no caer en el fenómeno del "canibalismo" que no es mas que quitarle a la maquina que está en espera de reparación cualquier elemento para ponérselo a otra; a través de estos ejemplos de situaciones se pone en juicio la ética y el profesionalismo del ingeniero mecanizador. Por tal motivo el profesional de hoy en dia debe de velar por su trabajo para que el mismo sea realizado de manera que beneficie a la poblacion, y no afecte la justicia y liberta de nuestro entorno, ya que todos somos humanos y debemos de recordar que nadie es mejor que nadie como persona, solo somos diferentes.

DIMENCION ETICA DEL PROFESIONAL EN EL SIGLO XXI



Caracteristicas Generales De La Vida Profesional En El Siglo XXI


Hoy en día el profesional a olvidado sus deberes como miembro de una familia, y dedican sus días en tratar de subsistir o simplemente enriqueserse, convirtiendose en maquinas autonomas que solo saben trabajar y olvidan su lado humano.
La creciente participación de la mujer en el mercado de trabajo ha venido a modificar los clásicos equilibrios familiares en los que el hombre era el proveedor de recursos y la mujer la responsable del trabajo no remunerado ( cuidados familiares, tareas domesticas, etc.)
La existencia de este modelo de relaciones asimétrico limita la plena participación de la mujer en la actividad remunerada, su desarrollo profesional y personal y por tanto el acceso a la esfera de toma de decisiones.

Ante esta situación las mujeres han protagonizado un movimiento hacia un cambio estructural para conseguir un nuevo contrato social en el que el juego de roles en las esferas públicas y privadas sea más equilibrado.

La dificultad de compatibilizar el desarrollo de la vida profesional con las responsabilidades familiares ha llevado a las familias a la toma de decisiones destacables como retrasar la nupcialidad y disminuir la tasa de natalidad.

Las Personas Dependientes: Los Niños Y Niñas

La maternidad en muchos casos es uno de los condicionantes por los que la mujer se ve obligada a abandonar el grupo de "población activa", sobre todo cuando se acompaña de otros factores como la subsidiariedad del salario femenino en la familia y la precariedad y temporalidad del empleo femenino.

Pero en la actualidad entran y permanecen en el mercado de trabajo muchas mujeres con hijos e hijas menores que están poniendo de manifiesto la dificultad real de muchas familias para compatibilizar las responsabilidades familiares con las laborales.
Las guarderías, los centros de educación infantil, y los colegios deberían ser uno de los recursos principales para ayudar a compatibilizar el binomio familia y trabajo, y aunque un número muy elevado de madres trabajadoras utiliza estos centros para sus hijos e hijas más pequeños, sólo el 1,5% de las entrevistadas en la encuesta de compatibilización familia empleo -ECFE- realizada por Constanza Tobío ( Universidad Carlos III de Madrid.1998) los señala como facilitadores de la conciliación.

La falta de coordinación de horarios escolares y jornada laboral, las vacaciones escolares más prolongadas que las que disfrutan los trabajadores/ as y las enfermedades de los niños y niñas son los principales problemas que encuentran las familias según esta encuesta. Se requiere evaluar los modelos de protección y cuidado de la infancia y su compatibilidad con el mercado laboral.

Las mujeres se ven obligadas a buscar estrategias individuales basada en la red familiar extensa, mayoritariamente las abuelas, sobre las que recae una sobre carga de responsabilidades, un deterioro de la calidad de vida y a veces un alto grado de sufrimiento cuyas consecuencias han dado origen a un nuevo "..cuadro clínico que constituye una de las más extendidas pandemias sufridas por las mujeres del siglo XXI .El síndrome de la Abuela Esclava" (DR, Antonio Guijarro. Cardiólogo.)

La Atención A Personas Mayores Y Con Discapacidad

La protección de las personas mayores y con discapacidad la proveen mayoritariamente las mujeres en las familias.
La población dependiente, según las pirámides poblacionales y el alargamiento de las expectativas de vida, van a ser mayor que en la actualidad y los periodos serán también más largos.
Esta situación adquiere especial importancia en la actualidad tanto para la previsión y planificación de las políticas públicas en el gasto destinado a la creación de recursos para personas dependientes y apoyo familiar, así como la revisión de los horarios y tipos de servicios existentes o nuevos.
Por otra parte es necesario menciona que el problema de la conciliación no se reduce exclusivamente a las responsabilidades familiares sino también a toda una serie de tareas invisibles que realizan en general las mujeres y que forman parte de la trama misma del orden social: por ejemplo, la gestión de la economía familiar y el consumo, del ocio y las vacaciones, las relaciones con las instituciones y con los servicios del bienestar (salud, educación, servicios sociales), las relaciones personales y familiares, la vida asociativa y del barrio, etc.
Flexibilidad En El Puesto De Trabajo
Las familias valoran cada día mas la disponibilidad de tiempo para compartir entre sus miembros, en un estudio realizado por el IESE los directivos consideran como elemento más valorado en las ofertas empresariales la disponibilidad horaria para disfrute de la familia.

Por otra parte la Asociación de Antiguos Alumnos de ESADE en un estudio revelan que un 90% de los Directores de Recursos Humanos consideran que un buen equilibrio entre vida personal y profesional mejoraría el rendimiento en el trabajo de los empleados.Por tanto se necesita revisar la flexibilidad laboral, tanto en el uso de horarios como en los permisos de maternidad y paternidad así como facilitar la flexibilidad cuando se tengan hijos menores.

Esto nos hace pensar que es necesario potenciar un nuevo marco social .Las administraciones públicas deben potenciar la creación y ampliación de servicios de atención a los niños y niñas y personas dependientes, así como instrumentar medidas que potencien la flexibilidad laboral en las empresas.

La conciliación trabajo /familia debe ser considerada por las administraciones públicas como una problemática social que afecta a todos por igual y no exclusivamente a las mujeres, y a su vez la sociedad en su conjunto debe empezar a cambiar sus prioridades hacia un sistema en el que el tiempo de disfrute y el tiempo de trabajo tengan el mismo valor.
La Profesión En El Nuevo Contexto, Espacio-Temporal


Hoy en dia se habla de reducir el tiempo de preparacion academica para tener mayor cantidad de profesionales en el menor tiempo posible, sin disminuir la calidad. La vigencia, tiempo y el desarrollo de una profesión dependen de su habilidad para transformarse así misma, de enriquecer en forma continua el conjunto de saberes teóricos y aplicados de su campo y de mantener la permeabilidad suficiente que le garantice la cualidad de multidimensional y transdisciplinariedad (Haworth & Conrad, 1995). Tal transformación le permite a la profesión alcanzar óptimas condiciones para prestar servicios de calidad, pertinentes, y efectivos para satisfacer con éxito las necesidades y requerimientos de las personas e instituciones a quienes sirve (Vera, 2002).
La transformación de la profesión de orientación es impulsada por la diversidad de necesidades y situaciones presentadas por las personas e instituciones que recurren al profesional de la orientación. Este proceso transformador la ha llevado a convertirse en una profesión de tipo multidimensional de servicios humanos, de la cual se generan una variedad de subespecialidades. Las subespecialidades de la profesión de orientación pueden ser agrupadas según el ámbito de acción socio-institucional; tales como, orientación educativa, comunitaria, prevención y salud mental, desarrollo y planificación de carrera, asesoramiento y consultoría socio-laboral. Las subespecialidades de la orientación también pueden ser entendidas por las características específicas de las situaciones atendidas y por los enfoques aplicados; por ejemplo, farmacodependencia, familia y pareja, niños y adolescentes, gerontología, desarrollo y crecimiento personal, grupal, muerte y duelo, enfermedades terminales, rehabilitación e incapacitación.
La profesión de orientación también tiene características multidisciplinarias, la cual es motivada por las complejidades y variedad de conocimientos, entrenamientos, métodos y procedimientos de formación provenientes de diferentes campos afines a la orientación. Así mismo, por la variedad de experiencias y experticias de los profesionales que participan en la formación de orientadores. Esta condición de multidisciplinaria enriquece el proceso de formación de orientadores y fortalece la sensibilidad y rapidez de respuesta ante las circunstancias de los individuos y sus contextos, a la vez que hace viable la práctica social competente y responsable de los procesos de la orientación. La especificidad de las diversas especialidades de la orientación tiene sus raíces y responde al tejido sociocultural e histórico donde la profesión emerge y presta sus servicios (Brammer, Abrego & Shostrom, 1993; George & Cristiani, 1995, Gladding, 1996; Vera, 2002).
Las competencias para crear condiciones psicológicas, emocionales y ambientales facilitadores de los procesos de aprendizajes de la profesión de orientación y las capacidades para comunicar con eficacia el sistema de significados del campo de la profesión a los aprendices de la misma, se constituyen en un reto para educadores de orientadores; tales competencias y capacidades, contribuyen con la evolución positiva de la profesión y con la preservación de la eficacia en la acción social de la misma (Nelson & Neufeldt, 1998, Vera 2004).
Hasta la fecha, la profesión de orientación carece de una pedagogía propia reconocida que sustente y explique las prácticas educativas utilizadas en la formación de orientadores. Sin embargo, como resultado de años de investigación y de la evolución de la profesión, un consenso empieza hacerse visible en la literatura contemporánea sobre la formación de los profesionales de la orientación: Educar orientadores es una tarea compleja, exigente y demanda el pronto desarrollo de una pedagogía propia (Vacc, & Charkov, 1999; MacAuliffe & Erickson, 2000; Sexton & Griffin, 1997, Vera, 2002).
La tarea de formar profesionales de la orientación es compleja por cuanto aprender a ser orientadores implica aprender a percibir, entender e interactuar efectivamente, en forma personal y profesional, con una constelación de procesos humanos en un espacio temporal y sociocultural determinado. Por lo tanto el aprendizaje de lo que constituye la profesión y como ejercerla es un reto significativo a niveles cognoscitivos, emocionales y conductuales para educadores y aprendices. Así como también es un desafío para el centro formador y para los enfoques, métodos y estrategias educacionales que son utilizados en la preparación profesional de los orientadores.

El Capital Ético, Un Factor Clave De Éxito En El Siglo XXI

Proyectar el futuro, a medio plazo al menos, es un ejercicio de inteligencia para las personas y para los pueblos, sean homogéneos o plurales. Un ejercicio al que nos invitan hoy diferentes instancias, entre ellas el ciclo "Un horizonte para España", organizado por José Luis García Delgado, primer titular de la Cátedra "La Caixa" Economía y Sociedad. Conviene pensar el presente y planear creativamente el futuro, y para eso repasar nuestros recursos, actuales y previsibles, en materia de ciencia, economía, derecho, política, ciudadanía, ética. Repasar todo aquello que puede oficiar de capital.

Sabido es que el capital es un activo producido, productivo y duradero, que no se agota con un solo uso. Sabido es también que sin él no prosperan las empresas ni tampoco los países, al menos desde un punto de vista económico. Pero en los últimos tiempos, autores tan poco sospechosos de ignorancia en materia económica como Amartya Sen nos han recordado que incluso la economía tiene una meta situada más allá del beneficio monetario: el objetivo que le da sentido es el de crear una buena sociedad. Al fin y al cabo, las personas se afanan por ser felices, y una buena sociedad, una sociedad justa, es aquélla cuyos miembros pueden llevar adelante sus proyectos de vida feliz. Para lograrlo -se dice- es preciso recurrir al capital físico, financiero, humano y social, pero también -queremos añadiral capital ético.

Componen -a mi juicio- el capital ético los valores morales que una sociedad pluralista comparte desde la diversidad de proyectos de vida buena. Justamente, una de las tareas más exigentes en sociedades plurales consiste en organizar la convivencia tomando como referente lo que se ha llamado una "ciudadanía compleja", que no prescinde de las diferencias, como ocurriría tomando como modelo una "ciudadanía simple", sino que se propone integrarlas cuidadosamente desde valores compartidos, cuando son justas. Si ciudadano de una comunidad política no es sólo el que pertenece a ella, sino sobre todo el que trabaja para que sea justa, la ciudadanía se cultiva, y más aún la compleja. Por eso es urgente recordar cuáles son esos valores comunes en países como el nuestro, porque sin hacer de ellos carne y sangre de la vida cotidiana, hay mal futuro. Un buen camino es, en principio, la educación, siempre que se emprenda con tiento, con la clara conciencia de que no es lo mismo educar que indoctrinar.

Porque podría pensarse que basta con aprender en la escuela los valores superiores de la Constitución o los del Tratado Constitucional de la Unión Europea, o los de los distintos Estatutos de Autonomía, valores que, a fin de cuentas, son los mismos. Ahí radican a la vez la fortaleza y la debilidad del "patriotismo constitucional", que con tanto empeño defendió Habermas. La fortaleza de que los valores ético-políticos de los textos constitucionales en sociedades con democracia liberal permiten unir a sus gentes en un proyecto ético-político compartido, porque integran las diferentes etnias, religiones y razas en ese "dêmos", en ese pueblo, que incluye diferencias en el seno de la comunidad política. La debilidad -si es que es debilidad, que no lo creo- de que los valores superiores de esas sociedades son los mismos y mal pueden servir de base para un patriotismo que no sea cosmopolita.

Descubrir que se comparten valores es una buena noticia, siempre que uno de ellos sea el respeto activo a las diferencias justas, porque eso es lo que permite organizar respetuosamente la vida pública y, sobre todo, enfrentar con altura los mayores problemas de la humanidad: el hambre, la pobreza, el paro, el abandono, la violencia, la manipulación, la discapacidad, la dominación, la incultura. Los problemas más acuciantes de entre los que instan a la humanidad a resolverlos, aunque los medios de comunicación y la política estén en otros asuntos, día a día, hora a hora. Como si la tarea de la política y la de los medios no fuera la de priorizar por orden de importancia, sino otra cosa. Sin duda, en la escuela deberían enseñarse con luz y taquígrafos estos valores ya compartidos, que conforman una ética de los ciudadanos, una ética cívica. Desde ellos se orienta la educación en la ciudadanía. Pero "enseñar" no significa indoctrinar por parte del profesor, memorizar por parte del alumno textos constitucionales o estatutos, ni siquiera si se trata de sus preámbulos. Memorizar no sirve para nada en esto de los valores, lo que importa es aprender a degustarlos, como ocurre con los buenos vinos, de los que nada se sabe sin una morosa cata. De donde se sigue el querer incorporarlos en la vida corriente porque dejan un buen gusto, ganas de repetir.
En esto de los valores y su incorporación en el día a día contamos con una tradición intelectual muy próxima, en la que cuentan al menos Ortega, Zubiri, D’Ors, Aranguren, Laín, Marías. Desde ella sabemos que los valores no los inventamos, sino que "los hay", son cualidades de las personas, las acciones, las instituciones o las cosas, que atraen cuando son positivos y repelen cuando son negativos.
Como la justicia o la libertad, que atraen, mientras que la injusticia y la dominación repelen. Sabemos que nos permiten acondicionar el mundo, haciéndolo habitable, porque mal se viviría en un mundo sin solidaridad o sin belleza, como se malvive en un edificio sin ventanas, con mugre y mal olor. Pero "valores éticos" serían aquellos que cualquier persona o cualquier pueblo deberían incorporar para considerarse humanos. Jugar bien al tenis no es un deber moral, decía Wittgenstein en su Conferencia sobre Ética, pero si digo una mentira escandalosa, no puedo responder a quien me critique que no quiero comportarme mejor, sin que su réplica sea: pues debería hacerlo. Aspirar a esos valores e incorporarlos en la realidad cotidiana significa forjarse un carácter dispuesto a hacerlo, por eso no basta con memorizar textos, por buenos que sean, sino que es preciso aprender a degustar los valores que, como los buenos vinos, más se aprenden por degustación que por instrucción.

Recordar cuáles son los valores que componen el capital ético de nuestro país no es difícil. La justicia debería ser sin duda el quicio de la comunidad política, y por eso cuando es injusta está desquiciada, fuera de quicio, como esas puertas encalladas que ya ni abren ni cierran, están de más. Y la justicia reclama cuando menos libertad frente a esclavitud y tiranía; igualdad de capacidades básicas para llevar adelante proyectos de vida feliz; solidaridad entre las personas y los pueblos en tiempos de interdependencia; respeto activo hacia otras formas de pensar y vivir, siempre que no sean injustas; responsabilidad por lo vulnerable, por niños, ancianos, enfermos, discapacitados, pero también, aunque con un nivel de exigencia diferente, responsabilidad por la naturaleza que, por primera vez en la historia, está en nuestras manos; y diálogo como medio de resolver los desacuerdos, siempre que estén puestas las condiciones que le dan sentido.

Proyectar el futuro contando también con este capital ético, propio de una ciudadanía compleja, es una apuesta cuando menos inteligente por realista.

LA PROFESION COMO VOCACION DE SERVICIOS




La Vocacion De Servicio
¡Un Factor Que Ayuda A Aumentar El Capital Etico !
Una acepción de la palabra Vocación es que con ella se expresa inclinación, afición, propensión, y en el caso de Servicio se quiere significar ayuda, favor, gracia o beneficio. La conjunción de ambos conceptos constituye una aptitud inherente al hombre y que pueden ser exteriorizadas o no, y solo en el primer caso esa Vocación de servicio implicaría la utilización de nuestra capacidad, esfuerzo e inteligencia para poner en evidencia esa propensión a ayudar a otros.

Quienes nos identificamos con el Leonismo nos distinguimos por nuestra vocación de servir a la comunidad porque nuestro lema es precisamente Nosotros Servimos, y voluntariamente practicamos esa aptitud o cualidad humana. Pero los Leones no constituimos una élite que pretende ser exclusiva sino un Movimiento abierto formado por hombres y mujeres que exteriorizan propósitos de servir con desinterés y que según esa vocación actuamos con sensibilidad social. Por eso es que consideramos a todo hombre y mujer que reúna esas calidades como Leones en potencia y nos preocupamos por interesarlos para que se sumen al Leonismo y trabajen con generosidad por el bien común.

Lo que se busca es reunir en su seno personas bondadosas y de espíritu amplio que consideren que servir a la comunidad debe ser un objetivo que está por encima de pasiones, banderías o cualquier otra característica individual distintiva no antagónica con esas calidades. En su caso serían matices que merecen ser respetados en pro de los objetivos leonísticos. No obstante lo expresado, los hombres y mujeres que integramos el Movimiento leonístico reunimos ciertas condiciones, como ser aceptar y practicar los preceptos del código de ética, el derecho y el respeto recíproco, cultivar la amistad, la comprensión y el compañerismo como forma natural de convivencia. Cumpliendo esa forma de pensar y actuar integran nuestro Movimiento personas de diferentes aptitudes, y por eso encontramos en sus filas múltiples facetas del accionar humano como ser profesionales, artesanos, industriales, comerciantes y las más variadas actividades que ellas pueden practicar.

Por todo lo que se ha dicho aquí y por otros aspectos que por razones de brevedad se omiten, debe comprenderse que el Leonismo no es ni pretende ser una asociación de privilegiados en ningún sentido sino que de acuerdo a lo que determina su organización institucional, lo que se busca son personas de elevada moral, con sensibilidad social y espíritu generoso que estén dispuestas a servir a sus semejantes con vocación y sin pedir nada por ello.
Deberes Morales De Todo Profesional
Si bien es cierto que “cuando no se distingue, se confunde”, también es cierto que a fuerza de mucho distinguir nos enredamos. Frecuentemente recordamos a nuestros alumnos que la distinción de las ideas no implica necesariamente división, parcelación o desintegración de una realidad.

La realidad se analiza y se va desmenuzando con el escalpelo de la inteligencia, que rotula y clasifica con ideas cada uno de sus descubrimientos, sin olvidarse de la unidad esencial de la realidad, y sin confundirla con la variedad de los puntos de vista subjetivos.

Así el deber, que es la norma reguladora de la libertad, es el máximo grado de necesidad con ella compatible; y consiste en la obligación impuesta al sujeto libre “de usar de su libertad de un modo determinado”.

En el perímetro de la libertad humana podemos descubrir sectores llenos de reglas que no son suficientes para crear un deber. (Tales son las reglas gramaticales, artísticas o técnicas).Pero dondequiera surge un deber, invariablemente le acompaña la nota moral; por cuanto todo, deber tiene carácter ético, obliga en conciencia, y su violación voluntaria implica responsabilidad.
El análisis de los deberes profesionales nos impone un estudio serio y sistemático de las actividades peculiares de todas y cada uno de las profesiones. Hablamos de “deberes generales” y “deberes impuestos por la conciencia”, etc. Es lo que los clásicos entendían por deberes de estado, y posteriormente por deberes vocacionales. “El estado” o vocación es la modalidad particular de la vida de cualquier hombre; y “el deber” es el valor humano de toda actividad que responde a exigencias concretas del bien común.
Aunque evidentemente puede haber unos deberes más graves que otros, sería funesto y contra el Orden Moral el que una persona cotizara y tuviera en cuenta solamente los deberes graves, despreocupándose de los demás. Así ha surgido una mentalidad desdoblada y estrábica que se despreocupa de los deberes pudieran despojarse de su carácter de moralidad obligatoriedad y gravedad. Y así la sociedad soporta el absurdo gravamen de gentes y profesionistas, muy escrupulosos en sus deberes religiosos y familiares, capaces de comprender que el mismo Decálogo, que explícitamente legisla para la naturaleza humana, implícitamente, pero con la misma obligatoriedad moral, está legislando (en los últimos siete mandamientos) para todas las situaciones que provengan de esa misma naturaleza.
Es más, la profesión no solamente no constituye un área neutra para la conciencia; sino que, por el contrario, al paso que es capaz de potenciar y densificar los deberes comunes del hombre y del ciudadano (por sus mayores conocimientos e influencia), humanos, y de convertir en “preciso y exclusivo” el deber, y la responsabilidad de resolverlos. Frente a los grandes problemas humanos se alinean dos grandes grupos de salvamento: el de los técnicos y el de los intelectuales.
Hay quienes prefieren la distinción de teóricos y prácticos, que es evidentemente más precisa y genérica; o la otra de “los que piensan” y “los que realizan”. No creemos ocioso puntualizar un poco las ideas, dándoles el relieve que se merecen.
A) Lejos de ser términos que se opongan, se completan mutuamente; dándole a la intervención profesional, en cualquier campo, la categoría indiscutible de la calidad y superioridad. Todo trabajo humano debe estar precedido más o menos explícitamente, en tiempo e intensidad, por el trabajo intelectual. Sólo que hay profesionistas con más aptitudes y aficiones para la actividad ejecutiva, material o burocrática, que para la otra actividad eminentemente creadora de la inteligencia.
B) Todo trabajo es un compromiso que grava la libertad con una dosis de deber proporcional al carácter de la actividad. En el trabajo manual, por ejemplo, y generalmente en todo trabajo ejecutivo, el compromiso es con la idea directriz que es menester ejecutar. (Burócrata es el que ejecuta su trabajo sin tener en cuenta nada más que la “directriz”; aunque no está escrito que no pueda ser capaz de cambiar ventajosamente las “directrices”.)
En el trabajo intelectual, por el contrario, se amarra el compromiso directa o indirectamente, con el bien común; con su representante, que es el Poder Público, o con su beneficiario que es la Colectividad y cada uno de los ciudadanos, o con la propia realidad concreta del bien común, consiste en bienes y necesidades que se presentan al profesionista con la invariable modalidad de problemas para resolver.
Modesta, pero firmemente, sostenemos que un profesionista universitario no puede declinar este compromiso. La lucidez mental tan cotizada en los ambientes universitarios e intelectuales, si solamente abre los espíritus a las perspectivas utilitarias y retributivas del trabajo; si pierde la limpidez que hace del trabajo intelectual una virtud más humilde y difícil, por ser más heroica y menos popular, deja de ser instrumento de elevación y de cultura para convertirse en conspiración contra el bien común y descrédito de la Universidad.
Es evidente que no todos los profesionistas han de ser investigadores o pensadores consagrados a la revisión atenta y constante de los métodos científicos; pero jamás puede renunciar un profesionista universitario a que su trabajo tenga la nota relevante de la “competencia intelectual”.
Los genios aparecen raramente, deslumbrando a la Humanidad con sus intuiciones, que son la visión intelectual de las verdades, sin el normal proceso del razonamiento. Pero los hombres normales, que conjugamos nuestras facultades en sus dimensiones naturales, tenemos que pensar y razonar para no vivir sumergidos en la intolerancia, el particularismo, la “acción directa” y las burdas contradicciones del habitante de la jungla. Si todo hombre es hombre en cuanto tiene el deber de pensar, ¿cómo puede fugarse de este deber un profesionista a quien la universidad ha dotado de principios para pensar correctamente en el Orden Moral y jurídico, en el Orden Social y político, y en el Orden técnico y científico?
Claro que pensar, y sobre todo pensar por expreso compromiso es dolor y es fatiga. Y es en el “trabajo profesional” en el que se está más sujeto que en cualquier otro, a la condena de la angustia y del esfuerzo. Pensar es traducir la experiencia (especialmente la que se tiene “por una clara intuición de las peripecias”), en palabras luminosas, purificadores y benéficas, usadas como adecuado instrumento de la razón, del entendimiento y de la paz; y nunca como instrumento práctico de impulsos individuales.
La competencia profesionalLas promociones y títulos universitarios clausuran, social y jurídicamente, la vida del estudiante como discípulo, y le someten oficialmente las exigencias del bien común. Es el momento en el cual la colectividad comienza a informarse acerca de su competencia. El primer deber del profesionista es el de la competencia. De ella hemos de advertir oportunamente tres cosas:
1) La misma etimología de la palabra competencia nos recuerda su significado primogenio, que no comportaba alguna idea de lucha, sino simplemente de colaboración: “cum-petere”; o sea, tender conjuntamente a algo. Si bien en el idioma latino evolucionó el sentido, de aptitud o conformidad, hasta el de suficiencia para una determinada actividad, nosotros vamos a enfatizar el mencionado sentido etimológico.
2) El gran público extraprofesional, tan exigente de la competencia de altos niveles, muy raramente llega a percibir la íntima conexión que tiene entre sí la competencia intelectual y la competencia moral del profesionista.
3) Ese mismo público desconoce las relaciones que pueda haber entre la competencia profesional y las condiciones físicas de un individuo. Es más, la mayoría de los profesionistas han de sonreír ingenuamente si se les habla con seriedad académica de una competencia física, que nunca ha entrado en el marco de sus reflexiones morales.
Por eso repetimos que competencia (de cum-petere), no puede limitarse a ser una dotación inerte de ciencia y moralidad; si no que debe significar en la conciencia de todo profesionista una colaboración dinámica y permanente de todo su ser, en toda su dimensión física y espiritual, con una tendencia conjunta hacia el bien común.
Competencia Intelectual

La competencia intelectual es tanto como la posesión de la ciencia y la sabiduría. Pero como la posesión perfecta es imposible, de ahí la imperiosa necesidad de luchar permanentemente por acrecentar ese patrimonio del espíritu que, en tanto, se entrega a su conquista. El peligro para la edad madura consiste en acostumbrarse a manejar ese patrimonio universal con espíritu de presunción y excesivamente. El peligro para el joven, cuando logra los primeros contactos con la ciencia y la sabiduría, consiste en amilanarse o replegarse en sí mismo a impulsos de una autocompasión estéril o de un narcisismo ridículo.
Cuando hablamos de ciencia, nos referimos a las ciencias “positivas” o “naturales” que constituyen el elemento mayoritario y prevalente de la educación científica y tecnológica. Cuando hablamos de sabiduría entendemos, las otras formas del saber humano que son el elemento esencial de la educación humanística, y que no se basan sobre criterios estrictamente cuantitativos, ni sobre métodos formales o matemáticos. Tanto la educación científica y tecnológica, como la educación humanística deben poseer una dosis suficiente de valor informativo y formativo, si se quiere respetar las leyes de la naturaleza intelectual.
El valor formativo y humano de la ciencia debe tener un relieve particular en nuestras universidades modernas, por el hecho humano e histórico de ocupar un puesto peculiar en la vida individual y colectiva, que se ha acelerado y complicado gracias a la invasión imprevista de los descubrimientos científicos. Sería tan insensato negar este valor educativo a la ciencia, como reducir las humanidades a un árido estudio gramatical, en cuyo vacío verbalismo no hubiera lugar para la claridad de las ideas, el hábito crítico de la hipótesis, el amor a la naturaleza y el humilde reconocimiento de las humanas limitaciones.
Factores de la competencia intelectual. Opina Norberto Wiener que “la revolución industrial está destinada a devaluar la función del cerebro humano”. Tal vez lo decía porque la aristocracia latifundista inglesa perdió su tradicional omnipotencia política ante el surgimiento de una nueva clase de técnicos y hombres de empresa que los substituyeron en su función de Clase-guía de la nación británica.
Pero la inteligencia humana jamás será devaluada, y mucho menos revelada de su función.
A) Hay factores externos de la competencia intelectual.
a) Considerada como formación, los factores externos de capital eficiencia son los maestros, los libros y los amigos que constituyen el ambiente universitario.
b) Considerada como formación, normalmente el factor externo de mayor importancia es el libro y la revista profesional o universitaria de seria solvencia científica o humanística. Poco o nada creemos en los Congresos tan generalizados en la actualidad.
B) Pero hay un solo protagonista de la competencia intelectual: la inteligencia. Para lograr un protagonista brillante se necesitan tres cosas: trabajo, esfuerzo y método.
1) TRABAJO. Porque naturalmente no se da ni la ciencia infunsa, ni la experiencia espontánea. ¡Por algo dicen los ingleses que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra!
No se puede perder el contacto con la realidad social, porque el mundo evoluciona vertiginosamente y se nos pierde de vista apenas interrumpimos la curiosidad científica o la vigilancia humanística.
2) ESFUERZO. Porque el trabajo intelectual, para ser coherente debe ser fundamentalmente estudio disciplinado y abnegado. Nadie aprende nada que valga la pena por el solo talento, si no surge el esfuerzo que realiza síntesis y crea métodos.
Y este esfuerzo tiene que ser sistemático y permanente. Para estudiar y darles a las ideas una fisonomía precisa y definitiva no hay más remedio que escribir, y escribir con seriedad; buscando tercamente su coincidencia con la verdad, con la total exclusión de cualquier otro objetivo y la más intransigente prescindencia de cualquier otra actitud.
3) METODO. Mencionamos dos puntos respecto a este tema: el orden y el recogimiento.
a) El orden. Es la exigencia del análisis y premisa de la síntesis. Se requiere orden en el estudio, lo mismo que en el trabajo profesional. Orden en la distribución del tiempo para la actividad, la comida y el descanso. Orden en las notas y fichas de estudio; con la convicción de que lo que no se anota y ordena, se dispersa y extravía. Y tiene suma importancia un equilibrio estable entre el orden de la inteligencia y el orden de la conciencia.b) El recogimiento. Vivir con intensidad no es lo mismo que vivir vertiginosamente, con ritmo de Rock and Roll. La libertad espiritual indispensable para pensar, crear y vivir con plenitud de conciencia psicológica y moral sólo se logra cuando se llega a amar el recogimiento y el silencio. Como relieve metodológico, cuatro pequeñas advertencias:
1) No existe (a nuestro juicio) mejor manera de pensar que escribiendo.2) Es tontería “machetearle” (trabajar intensamente) demasiado tiempo a una misma materia. Es una ley: “cuando la materia es más difícil, se necesitan más pausas”. El error suele consistir en imaginarse que no se puede descansar si no es saliendo a tomar el aire a Chapultepec, o yendo a un concierto o a una partida de naipes.3) Cuando la “actividad” es la fastidia (escribir, leer, pensar) bastará un simple cambio de actividad o de materia para un provechoso descanso.4) No existe ningún método fácil para las cosas difíciles; y entre las cosas más difíciles ha estado y estará siempre el estudio y la cultura. Para terminar, mencionaremos algunas consecuencias que se desprenden de las anteriores consideraciones:
A) En la ley universal que nos obliga a todos indistintamente a “ganarnos el pan con el sudor de nuestra frente”, el profesionista contrae, como obligación esencial y primordial, la de trabajar con la inteligencia: el estudio.
B) La dignidad profesional obliga a buscar incansablemente el mejoramiento y perfección de los sistemas aprendidos en la universidad.
C) Es gravemente incompatible con la seriedad y jerarquía profesional el no desechar sistemas insuficientes e inefectivos, y sobre todo, defenderlos por pura pereza mental y rutina.
D) La dignidad de la profesión exige que un titulado universitario no se convierta en burócrata, trabajando rutinariamente para ganarse unos pesos; sino “como en cosa propia”, mejorando eficiencia, servicios, productos y ganancias. Si una empresa gana más, lógicamente debe pagar más. Y si el bien común sale beneficiado, normalmente también saldrán beneficiados la hacienda y la buena reputación del profesionista. Humanamente a esto se le llama éxito profesional.
La competencia técnica
De hecho abarcamos bastante más de lo que reza el título; ya que la idoneidad intelectual de un profesionista comprende: a) el conocimiento teórico y sistemático de las ciencias respectivas, y b) la aplicación práctica de esos conocimientos del caso concreto. En el primer caso resulta lo que primariamente se llama ciencia; en el segundo, que tantas veces se resuelve en un verdadero arte, tenemos la experiencia.
La universidad y la sociedad juzgan que la ciencia es un prerrequisito indispensable en cualquier profesión. Es natural que la universidad trate de evitar la fría acumulación de conocimientos en sus alumnos, y tienda a crear en ellos un espíritu científico. Pero creemos sinceramente que no son sinónimos “vocación profesional” y “vocación científica”.
La vocación profesional, si bien debe ejercerse con la más alta entonación científica, se dispersa constantemente por exigencias deontológicas, sociales y humanísticas; ya que el profesional sirve directamente al bien común y está en contacto inmediato con la realidad social.
La vocación científica, de hecho, segrega al profesionista del contacto inmediato con el fenómeno social y sólo indirectamente le relaciona con el bien común; dedicándolo a la observación experimental, paciente y serena de la naturaleza, o a la observación más paciente, serena y penosa de las Ciencias del Espíritu. Así tenemos lo que podríamos llamar, con las debidas reservas: “el científico puro” y “el intelectual puro”. Es la vocación más difícil, por el compromiso moral que se contrae con la verdad y la humanidad, y por el peligro inminente y constante de confundir la Verdad y la Humanidad con los intereses personales y ficciones ególatras.
Competencia técnica, por lo tanto supone:
1) La suficiente idoneidad y preparación en las materias propias de la profesión, cualquiera que sea su índole; idoneidad y preparación que siempre se supone cualificada y juzgada por la universidad, en el juego normal de su autonomía.2) El suficiente interés real y permanente del profesionista por las ciencias que especifican su profesión; que se traduce en estudio constante, y consciente de que el diploma oficial supone pero no confiere ninguna ciencia.
La Competencia Humanística

Como “minimum”, entendemos la “formación humana” en la Educación universitaria. Es menester insistir en este humanismo profesional; sobre todo en las profesiones de carácter eminentemente técnico, para sustraer a nuestra juventud universitaria de las dimensiones y materiales de su capacidad técnica que los hace fósiles.

Aunque, a veces, esto es lo único que busca quien ingresa a la universidad por la puerta falsa del interés mercantil, la sociedad no puede renunciar ni prescindir de la intervención humana del profesionista universitario colocado providencialmente en una situación de privilegio: en la convergencia de los intereses de patrones y obreros, de exploradores y reivindicaciones, de ciencia e ignorancia, de opulencia e indigencia.
Si el profesionista es un atrofiado social y desaparece el hombre con sus problemas, de su perspectiva intelectual, la estructura social moderna se deslizará al caos revolucionario disolviéndose en la desesperación, o se abandonará al conformismo suicida que señala la hora de las dictaduras y de la decadencia nacional.
Sin una discreta competencia humanística queda desintegrada la tetralogía universitaria, cuyos elementos esenciales son 1. Técnico, 2. Deontológico, 3. Humanístico, y 4. Social. Bien decía Marañón que “la verdad, en sí, no sirve para nada si pertenece a un sabio sin trascendencia humana”.
Y más concretamente, en relación con el humanismo tradicional, acaba de escribir Toedoro Haecher de los alemanes: “Con todo derecho y por puro instinto de conservación regresamos siempre a Roma y Atenas; porque más fácilmente que cualquier otro pueblo caemos en la barbarie más absurda y en el total salvajismo de las mismas virtudes naturales. La ciencia es una premisa necesaria de la cultura; pero no es la cultura. Para que la ciencia se transforme en cultura y sustraiga al profesionista del perpetuo infantilismo que hace hasta peligroso el manejo de sus propios instrumentos es necesario educarlo como hombre, dotándolo de una mínima Competencia Humanística.
Competencia humanística que, además del carácter deontológico y social, tenga también como finalidad hacer conocer otros campos del saber humano (saber histórico, saber filosófico), que no admiten propiamente el método experimental ni esquematización cuantitativa de la matemática pura.
Competencia que debería preparar la mente y el ánimo de los jóvenes para la experiencia estética, que es indudablemente esencial para el equilibrio cultural y espiritual. Y, dejando de lado los gustos y preferencias personales, no creemos que la Competencia Humanística esté necesariamente ligada al estudio de las lenguas muertas, ni se obtenga exclusivamente con el estudio del pensamiento Greco-Latino.
La Competencia Moral

La competencia moral en un profesionista no puede limitarse al orden de sus conocimientos; es indispensable que la inteligencia ponga en juego a la voluntad, para que la actividad profesional ofrezca todas las garantías que requieren el bien común y la dignidad profesional. La única garantía real que puede ofrecer, tanto la inteligencia como la voluntad profesional, es la virtud profesional.Teniendo en cuenta el carácter eminentemente práctico de estas lecciones, advertimos:A) Lo que interesa fundamentalmente es toda actitud moral es la “adhesión habitual al bien que ha llegado a convertirse en segunda naturaleza”, de tal suerte que, en definitiva, un hombre no es moral ni virtuoso por ser casto, moderado o justo, sino por estar dominado por el bien en toda su amplitud subjetiva y objetiva.B) El bien no tiene como realidad no como medida a m personalidad. El día que desconectáramos la conciencia de la verdad objetiva, no nos quedaría más que utilitarismo. Nos lanzaríamos a vivir “de la mejor manera” es la carrera de las ganancias y de los honores.C) Así la eficiencia técnica, sin virtud, se convierte en un virus destructivo del fisiologismo social; ya que la técnica solamente es capaz de garantiza que no conspirará contra el bien común, si está administrada por la virtud.D) La competencia Moral, aunque definitivamente implique la existencia de la virtud en el profesionista, se manifiesta por una doble sensibilidad:
En la vida especulativa: la espontánea y violenta repulsión hacia el siniestro primado de lo cuantitativo y estadístico, hacia el envilecimiento de las conciencias y perversión del gusto, y hacia la rutina y burocratización profesional.
En la vida social: La urgente necesidad de reivindicar entre las clases populares y humildes el prestigio de la profesión. Porque no se necesita una perspicacia extraordinaria para descubrir el hecho y el derecho de esas gentes.
El hecho es que no “han mejorado gran cosa de los avances de la técnica, ni ha mejorado sensiblemente en su pobre nivel de vida”. El derecho es la desconfianza o el escepticismo, por no haber logrado saborear jamás los frutos de la misión tutelar y redentora de los profesionistas, ni de la teórica preocupación de los intelectuales.
La profesión es esencialmente relación y servicio; por lo que automáticamente se convierte en la “socialitas” latina, que podríamos traducir por sociedad, o por sociabilidad, si no estuviera tan desacreditada la palabreja.
La actividad profesional está constituida por actos que son esencialmente transitivos; esto es: que no pueden limitarse al individuo que los emite, sino que deben terminar en otro que los recibe. De aquí que las virtudes profesionales por excelencia, son también las virtudes sociales por excelencia: la justicia y la caridad.
A) La justicia. Dejando intacta la definición de Ulpiano (voluntad perpetua y constante de dar a cada uno lo suyo), y la triple división tradicional (conmutativa, distributiva y legal), subrayamos el aspecto social de esta última y advertimos:
1) Que hay varias virtudes que le son subyacentes o anexas: la piedad, la gratitud, veracidad, afabilidad, liberalidad, equidad, etcétera.
2) El deber de justicia se contrae desde el momento en que se recibe el título profesional, que así se convierte en un contrato entre el profesionista y el Poder Público, el profesionista y la universidad, el profesionista y la clientela.
3) La Justicia tiene carácter reduplicativo de Justicia Social en el profesionista universitario, precisamente por la universidad de la que provienen.
B) La caridad. Es la dinámica social en su más auténtico sentido. Mientras que la justicia promueve el orden, ligando o restituyendo cada cosa en su lugar y con su dueño, prácticamente está separando a las personas. Pero la caridad pone en circulación la generosidad de las almas, haciendo que las personas se enajenen a sí mismas en beneficio de los demás.
La justicia tiene que respetar los desniveles naturales, dejando a cada uno lo suyo. Cede todo, siempre que se trate de algo ajeno. La caridad sólo descansa, cuando se ha hecho todo lo posible por equilibrar los niveles humanos con la aportación de los propios bienes y de la propia persona.
La caridad obliga particularmente a los profesionistas:
1) Con sus colegas y superiores.2) Con sus colaboradores. Especialmente para con aquellos que, por ser más eficientes, suelen pasar más desapercibidos3) Con los pobres. Jamás dejarán de existir los pobres en el mundo, bajo la triple manifestación de pobreza intelectual, pobreza moral, y física. Es el sector humano en el cual un profesionista está más cerca de atropellar la justicia, cuando se descuida la caridad.
El Secreto Profesional Y Sus Diferencias

El Secreto es una verdad conocida por una o pocas personas, pero que debe mantenerse oculta para los demás. Según las diversas causas que obligan a mantenerlo, se distinguen:

a) El secreto natural, que obliga por su propia naturaleza esto es: por tratarse de una verdad cuya revelación acarrea necesariamente daño o disgusto al prójimo.b) El Secreto promiso, que obliga precisamente en virtud de la promesa formulada, aunque el interesado lo haya confiado independientemente de esa promesa.c) El secreto pactado (conmiso), que obliga en virtud de la voluntad expresa de quien loconfía y de un pacto o contrato con que se compromete a no revelarlo el que lo recibe. Cuando el pacto o contrato (explícito o implícito) procede del ejercicio de una profesión.
Todas las profesiones, especialmente las liberales o universitarias están gravemente sometidas al sigilo y a la discreción, porque comprometerían la estabilidad social y el bien común con revelaciones imprudentes. Y si la Medicina y el Derecho polarizaron temporáneamente al interés y la gravedad del secreto profesional, hoy la evolución social y la jerarquía de la educación universitaria lo exigen de cualquiera de sus profesionistas, no solamente como “criterio de convivencia” o “postulado de honor”, sino, y principalmente, como “obligación jurídica” y “deber moral”.
Quien ejerce una profesión se pone en contacto con personas, familias e instituciones. La razón de este contacto es la existencia de un problema o necesidad, y la confianza depositada en el profesionista que se consulta. Esta confianza permite al profesionista, aun sin requerirlo el carácter de su profesión y sin pretenderlo de ninguna manera, penetrar en la intimidad de los hogares, en los planes de sus clientes, en las reales condiciones materiales y espirituales que muchas veces revelan cosas desconocidas e insospechadas para todo el mundo.
La obligación general de guardar la discreción y el secreto resulta, en parte, de esta confianza. Y la confianza, por otro lado, nace en el cliente en relación directa con la personalidad y la conciencia del profesionista; confianza que es reduplicativa: en el especialista de la materia que se le confía y en el hombre, pero aumentando progresivamente más lo que conoce y aprovecha el hombre, en comparación con lo que conoce y aprovecha el especialista.
La legislación común permite (y aun promueve y presiona) la organización profesional para la tutela y defensa del honor, la dignidad, y la independencia de los profesionistas. Al refrendar los títulos universitarios, de hecho el Poder Público avala al profesionista, certificando oficialmente su competencia. De ahí que la severidad penal al declarar el reato de quien viola el secreto profesional, está llena de precauciones y limitaciones, que lo reducen al “estricto y preciso ejercicio de la profesión”.
Además, para la configuración del reato se suele exigir que la revelación de secreto sea “sin justa causa”, “con provecho propio o ajeno”, y “siempre que se de ese hecho se derive algún daño o perjuicio para el cliente”.
Es evidente, sobre todo al tenor de algunos códigos, que así resulta perfectamente con su “inocencia” desde el punto de vista penal. Como la ética no puede ser producto del cálculo ni de la conveniencia sino que surge resplandeciente en la integridad y sinceridad de la conciencia, es natural que sus obligaciones tengan un carácter apodíctico y absoluto.
La moral que simplifica las distinciones y las reduce al mínimo es la más sencilla y más digna, aunque no por ello resulte más fácil y practicable. La ética del secreto profesional tiene más ventajas para todos en la medida en que el profesionista desecha la preocupación jurídica y acepta la responsabilidad moral en toda su amplitud, como una prerrogativa universitaria y profesional.
A) En primer lugar, no restringe el secreto profesional a la actuación oficial del profesionista en funciones, que tiene derecho a que se le entregue el secreto como condición indispensable del servicio. (lo que constituye la materia estricta del tradicional secreto profesional, que se conoce por razón del ejercicio de la profesión).
B) Es evidente para una conciencia seria que, con ocasión de sus servicios se tiene oportunidad de conocer secretos naturales mucho más importantes y más celosamente custodiados que lo que se confían a título de consulta o actuación profesional.
C) La organización moderna de algunas instituciones (colegios, instituciones de carácter asistencial, seguros o beneficencias, que registran las más diversas informaciones en fichas personales) contienen frecuentemente revelaciones confidenciales exigidas u obtenidas hábilmente de la ingenuidad de personas humanas.
En la medida que esas informaciones se recaban arbitrariamente y sin justo motivo, tanto más grave es la obligación del sigilo profesional; no sólo en lo que atañe a su discreción personal, sino también en todo lo relacionado con la conservación y custodia de tales informes.
D) Cualquier secreto infundido por un profesionista que goza de la amistad o confianza del cliente se trueca en la materia más apta para la publicidad y el escándalo, puesto que automáticamente gravitan en contra del cliente la discreción, conocimientos y veracidad que se supone informa la conciencia profesional.
E) Siendo la revelación una aportación indebida de conocimientos secretos, todos los profesionistas que fungen como “inspectores” o “peritos” deben mantener el secreto más riguroso para con todo el público, ya que el secreto profesional sólo les autoriza la manifestación de la verdad a las personas o entidades que les encomendaron dichas funciones, teniendo buen cuidado de la justicia y de la caridad que jamás deben ser lesionadas.
F) Jamás debe olvidarse que especialmente es objeto de secreto profesional todo lo relacionado con las personas de los clientes y respectivos familiares. Aunque efectivamente eso no llegara a causarles mayor perjuicio, psicológicamente suele ser lo que produce mayor desagrado racional; aunque se trate de personas ya fallecidas, que nunca deben mencionarse.
G) Nunca será violación del secreto el manifestarlo a un colega o persona prudente, para pedir consejo; en el entendido que la persona consultada queda ligada (por lo menos) con la misma obligación de guardar el secreto que el consultante.
H) Por último, aunque la insignificancia de la materia, o la autorización del interesado permitan la divulgación del secreto, será norma invariable de todo profesionista “callar discreta y sistemáticamente” siguiendo la regla de ética profesional, que es más severa que el derecho, pero que tampoco expone a ningún error, como puede ocurrir con las normas jurídicas por su necesario esquematismo.
El Principio De Moralidad En La Vocacion De Servicio
Deberes Para Ser Un Profesionista Competente

Solidaridad Profesional

Solidaridad es un término derivado del Derecho Romano, en el que la “obligación solidaria” (in solidum) indicaba una obligación con pluralidad de sujetos pero con identidad de objeto. Así, varios deudores o acreedores podían tener derecho a una misma prestación pero sobreentendiéndose que cada uno respondía por todos “in solidum”.
Este sentido jurídico perdura aún en los códigos civiles modernos. El humanismo ha intentado hacer de la solidaridad la virtud fundamental de la vida moral, aun substituyéndola a la justicia y a la caridad. Entendemos por Solidaridad Profesional la comunidad de intereses entre quienes ejercen una misma profesión, y secundariamente entre todos los profesionistas universitarios.
Creemos que esta solidaridad tiene una gran importancia para el provenir de las profesiones y de la sociedad. En la sociedad moderna las agrupaciones profesionales ya se han convertido en órganos esenciales, que cada día se hacen más necesarios, exigiendo mayor autoridad y autonomía para el desarrollo del bien común. Pero la profesión, en tanto puede desempeñar la función orgánica que le ha asignado la civilización moderna, en cuanto los profesionistas tienen conciencia de que deben ser una institución disciplinada y organizada por el vínculo del deber y, sienten la responsabilidad de ese deber, hasta el punto de convertirlo en virtud.
No es difícil entrever en la actividad profesional todo un estilo de claridad, de serena seguridad, de cortés desenvoltura, de energía generosa, conciencia iluminada, voluntad eficiente y honesta libertad que debe cualificar y caracterizar el grupo constituido en organismo indispensable del bienestar colectivo.
Pero para que todas estas cualidad ejerzan su benéfica acción en el cuerpo social se requiere la unidad corporativa, que debe ser fruto de la organización profesional. Desde el punto de vista institucional, la solidaridad requiere de todos los miembros de una profesión esta unidad y organización, que es condición de eficiencia y bienestar colectivo. Esta solidaridad nace instintivamente entre las clases humildes; crece tanto más, cuanto es menor el relieve personal y la competencia, y disminuye en la medida en que crecen la competencia y el relieve. Para que esta solidaridad sea una realidad viva y operante en el cuerpo social, es indispensable que entre los profesionistas haya unión, mutua ayuda, estatuto jurídico, jerarquía de los bienes y servicios, responsabilidad y frutos. Para lo cual se necesita que exista en forma permanente:
a) La suficiente personería civil que consagre la derechos de poseer, adquirir, y actuar judicialmente ante los Tribunales en representación de los intereses profesionales, ya sean comunes de la profesión, ya sean de cada uno de sus miembros.
b) La posibilidad que tiene todos los sindicatos, de socorro mutuo, de retiro o jubilación, de subvencionar cooperativas, de organizar servicios de compras en común, de promover cursos profesionales de perfeccionamiento; siempre que tales iniciativas no se vicien con el fin mercantilista de “realizar ganancias”.
c) La facilidad de cumplir con su misión social, que ya dijimos es orientadora, educadora, organizadora y constructora del porvenir. Reducir institucionalmente la solidaridad a las puras dimensiones de los interese económicos de la profesión, es vaciarla de su contenido social y ético, y comprometerla con todos los peligros que nacen de la misma naturaleza humana.
(Menéndez Aquiles, Etica Profesional, pp 128-130)
Surge aquí toda una problemática entrañable que, allende la claridad de ideas, exige la abnegación del ideal; y que además de la ciencia, postula la conciencia. Y es precisamente de un rector universitario la afirmación de que “el mundo actual está lleno de principios y de verdades indiscutibles, que se nos malogran y pudren por falta de amor”. Sólo la solidaridad cultivada como virtud, puede asegurar:
a) La justicia. El crédito de la profesión e y el interés personal exigen que el profesionista se abstenga de dañar la reputación de los colegas con calumnias, manifestando sus defectos o errores, o rebajando sus méritos, aunque sea únicamente con dudas insidiosas.
b) La caridad. La solidaridad no se reduce a no perjudicar a los demás. Comprende principalmente una actividad y un afecto propenso a evitar el mal y procurar el bien.
c) La cortesía. Hay una cortesía impuesta por la ley natural (el saludo, el respeto y caballerosidad que impone la diferencia de sexo entre colegas).
(Menéndez Aquiles, Etica Profesional, pp 130-131)
No es lo mismo ingresar en el mundo que ingresar en la vida. Cuando aparecemos sobre la Tierra somos incapaces de dirigirnos; y sólo lenta y progresivamente vamos alcanzando las auténticas dimensiones de la conciencia y de la libertad, y aún entonces, debemos reconocer la necesidad de ser conducidos, que subsiste en distintos grados y terrenos durante toda la vida.
Cuando el hombre comienza a hacerse responsable, tropieza con la dificultad de discernir con claridad la dosis de sumisión e independiente afirmación de sí mismo que debe normar sus decisiones frente al general conformismo o inercia impuesta por el medio social y la autoridad.
Pero en todas las almas, y particularmente en el alma de un verdadero universitario, queda siempre un margen de autonomía intangible e irreductible, por la cual todos somos responsables de nuestra obediencia y de nuestras rebeldías, por más que busquemos un sabio o una autoridad a quien transferir son reservas y con absoluta confianza nuestra decisión. Y la razón es que todos los hombres se pueden equivocar, y que ese sabio absoluto y esa autoridad no existen.
La palabra responsabilidad suele ser sinónimo de “conciencia” o de “imputabilidad”. Sin embargo, la primera acepción es la auténtica; esto es: ” la obligación de rendir cuenta de los propios actos”, lo que comporta un deber.
La imputabilidad es la simple atribución de un acto a un sujeto determinado. De tal manera, podemos afirmar que la imputabilidad es la reacción social o jurídica ante el deber de conciencia, la imputabilidad es justa y razonable. Si no existe, la imputabilidad es improcedente.
Por eso la responsabilidad como imputabilidad de una acción puede ser definida como “la posibilidad de que uno puede ser declarado autor libre de esta acción y sus consecuencias, y que se le puede pedir cuenta”.
La responsabilidad como deber, es la obligación de responder de los propios actos delante del tribunal competente. Cuando el tribunal es dios o la propia conciencia, tenemos la responsabilidad moral. Cuando el tribunal es el Poder Público tenemos la responsabilidad legal; que a su vez es civil o penal, según, se trate de responder de los actos comunes del ciudadano, o del daño inferido que requiere indemnización o pena por la violación de las leyes.
Para la verdadera responsabilidad y para la justa imputación de una acción mala se requiere:
a) Que al menos confusamente se haya previsto el efecto. (Así al que desconoce el vino, no se le puede imputar la embriaguez).b) Que sea posible no poner la causa o, al menos, volverla ineficaz (verbigracia: cuando se tiene el hábito de maldecir, las pocas maldiciones que se escapan no son imputables).c) Que se esté obligado a no poner la causa para evitar las malas consecuencias. Donde se cumplen estas condiciones, hay responsabilidad de conciencia, aunque casualmente no se siga el efecto.
Y ya sabemos que los factores que influencian el conocimiento y la libre voluntad, no los obstáculos que alteran los actos humanos y la responsabilidad; aunque a veces no sea fácil discernirlos ni juzgarlos. Tales son: la ignorancia, violencia, miedo, pasión, antecedente, hábito y enfermedades mentales. También suponemos que nuestros lectores saben distinguir entre los actos voluntarios perfectos e imperfectos, actuales y virtuales, directos e indirectos.
Responsabilidad Profesional

La centramos en esa sanción interior de la conciencia, que inclusive puede estar en pugna con la exterior, social o jurídica. Así en las emergencias, por ejemplo, puede aparecer un conflicto entre las leyes. No hay que confundir el ser competente con científico o técnico, con el ser competente como personal-profesional; lo primero es una parte de lo segundo, y, a veces, esta parte sola, conduce a un “sabio distraído” (falto de realismo) o bien a un “sabio intratable” (trato rígido), o a “sabio no comunicativo”, en el fondo sin gusto por conversar de su trabajo con otras personas.Se han elegido tres deberes que ayudan a la competencia técnica: la afición a los temas objeto del trabajo, la flexibilidad y el realismo.
Esta unidad contiene los conceptos fundamentales sobre Etica Profesional, su importancia dentro de la sociedad, el sentido social y los elementos reguladores de la vida profesional, Además, describe los deberes fundamentales del profesionista. Los textos fueron tomados de: MENDEZ, Aquiles, Etica Profesional, Ed. Herreros Hnos., México 1972.

Consideraciones Sociales Hacerca De La Vocación De Servicio
Del Siglo XXI
"El siglo XXI será ético no será", escribió el autor francés Gilles Lipovetsky en un ensayo reciente. Como signo vital de un país que quiere ser, en la Argentina de hoy se vislumbra una lucha sin cuartel por la recuperación de la ética. El encubrimiento, la arbitrariedad, el favoritismo, la complicidad, la impunidad, llenan de hartazgo a una ciudadanía cada vez más inquieta. La corrupción marca un riesgo de decrepitud moral que muchos no estamos dispuestos a facilitar. La corrupción penetra todas las áreas sociales, pero la indignación ciudadana pone su mira, comprensiblemente, en lo que debería ser el ámbito más noble de la vida pública: la política. Así, el vínculo entre ética y política aparece como el necesario debate estratégico que la sociedad reclama.

La Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires fue el epicentro de un intento delictivo que seguramente no sorprendió a muchos, ¿Por qué la Legislatura habría de permanecer impoluta en una sociedad con corrupción "metastásica"?. Es deseable que sorprenda la respuesta que la institución genere. Respuesta que deberá ser la demostración de que viejas y nocivas prácticas políticas empiezan a agotarse. Integrantes del cuerpo legislativo solicitaron coimas para facilitar el ingreso a compras y contrataciones de la institución. Las aristas negativas del intento son el hecho que pretendió instaurar prácticas delictivas, un plus al deterioro de la imagen del cuerpo y como toda situación crítica también tiene en sí misma la posibilidad de superación y resarcimiento. Esta posibilidad se ha expresado en la actitud decidida de dos funcionarios administrativos que con la denuncia frenaron la consumación del delito, una respuesta institucional sin demoras ni encubrimientos, prudencia y firmeza de todos los bloques políticos en el tratamiento del tema.
En estos días como consecuencia de ello, el presidente del bloque radical debió reemplazar su pedido de licencia por la renuncia a aquel cargo directivo. Estos hechos deben general reflexiones nuevas.
¿Qué es la política? ¿el ejercicio de una vocación de servicio o una oportunidad personal? ¿a quién o a quiénes se debe lealtad? ¿a la Constitución, a las leyes, a la ciudadanía, o a un grupo de amigos?; ¿Qué es una institución pública'? ¿un ámbito para que el esfuerzo colectivo permita construir una sociedad más justa o un espacio que se captura para el beneficio de unos pocos?;
¿Qué son las leyes? ¿el ideal que debe guiar el comportamiento o un estorbo para algunos intereses?
De las respuestas que demos, dependerá que la vergüenza y el dolor por algunos hechos lamentables fructifique en fortaleza y responsabilidad social para construir un país mejor.
En la Argentina de hoy es imprescindible poner el mayor empeño en moralizar el poder político porque el peligro que nos amenaza es la insostenible disociación entre la ética y la política. La política sin ética oculta indiferencia o desprecio hacia la gente, hacia sus necesidades, hacia su sensibilidad, hacia su inteligencia.

No temamos devolverle a la política sentido autocrítico, visión humanística, calidad espiritual, porque sin ética, sin moral pública, peligrará el porvenir de la democracia y la posibilidad de "ser" en el ya actual siglo XXI.

EL PROFESIONAL Y EL SENTIDO DE VIDA



La Vida Del Profesional Desdé La Perspectiva Teológica

Los teístas afirman frecuentemente que el "abandono de Dios" propiciado por el ateísmo va parejo a un relajamiento moral. la mayoría de los profesionales de hoy en día, realizan acciones que ellos creen moral pero que a nivel de teología es inmoral, actualmente existen muchas profesiones que van en contra de la perspectiva teológica, tales como los astrologos, metafisicos, entre otro. Como ejemplo claro podemos hablar del psicólogo profesional no religioso, según ellos, un agente de corrupción para las personas es un factor normal que induce al libertinaje. Por ejemplo, el científico de la conducta puede afirmar que la homosexualidad no es anormal ni malo por naturaleza, puesto que es simplemente un comportamiento aprendido en determinadas circunstancias, tan igual como cualquier otro. Así, la orientación de la consultoría trata el meollo del problema no en la interioridad culpable del individuo "pecador" ni en su arrepentimiento, sino en las interacciones desajustadas de éste con entornos particulares.

Al margen de que resulta evidente el hecho de que se puede tener sólidos principios morales sin necesidad de ser teísta (como ejemplo están los estoicos, los humanistas y los racionalistas, entre otros), es inverosímil que ser religioso asegure tal cosa. Incluso yendo hacia las mejores épocas del predominio clerical, si algo demuestra la revisión histórica del advenimiento del cristianismo es que éste no hizo sino cambiar débilmente la superestructura ética del Estado pagano. Así por ejemplo la explotación, la usura y la esclavitud adoptaron nuevas formas durante el "Gobierno en la Tierra" de la Iglesia oficial en la antigua Roma, e incluso su doctrina las consagró como cosas inevitables.

Por lo demás, en el mejor de los casos las virtudes morales tan realzadas como el amor al prójimo, el perdón, la caridad, la misericordia y otras; que sin duda alcanzaron su cenit con el cristianismo, suelen aplicarse preferencialmente a ciertos individuos y no a otros (según el criterio individual que generalmente depende de la propia conveniencia), y no se suelen aplicar tampoco a especies no humanas. Hay poquísimas excepciones de personalidades religiosas que promovieran la piedad al respecto (entre ellas la más destacada es la de San Francisco de Asís), y no bastan para invalidar la regla.

La práctica de la religión es incompatible con la práctica de la psicología, entendida como ciencia de la conducta y otras muchas profesiones. El impacto de la ideología religiosa tiene efectos nocivos sobre el quehacer científico y filosófico de los psicólogos, inclinándolos a soluciones de compromiso para las numerosas contradicciones que genera en el estudio del comportamiento humano. No obstante dicha ideología y el comportamiento que le es característico son susceptibles de ser analizados por el psicólogo de la conducta, quien gracias a su preparación profesional especializada es capaz de penetrar en el entramado religioso para esclarecer los temas propios de tan complejo campo. ¿la ética profesional actual va acorde a la ética religiosa?, esa es una pregunta que todos conocen la respuesta.
El Enriquecimiento Y La Transcendencia Como Fin Último
El individuo al tener una presencia o personalidad variable, puede modificarse, es decir, puede engrandecer su ego, puede tener una sed inmensa de llegar a la perfección de su profesión, haciéndolo para el un modelo sin errores e inequívocos. De la misma manera la transcendencia solo la podría alcanzar aquellas personas que saben lo que quieren en la vida y que siempre tienen ese deseo de superarse e ir mas allá de lo natural, tanto en vida como en conocimiento. Cuando un individuo trata de superar sus limites se encuentra con el factor espacio - tiempo, con el cual deben de saber trabajar para logras sus metas con éxitos y cumplir todas sus aspiraciones.

El carácter para el individuo en su profesión se refleja desde tiempos antiguos, ellos han experimentado un progreso en todos los tipos de ciencias, han conquistado y desarrollado experimentos que tiempos atrás hubieran sido inimaginables de realizar. El profesional sin carácter puede tender a caer en un modelo usado por cientos de profesionales, puede llegar a caer en lo que sería la mediocridad, siendo éste el título menos deseable para personas con aspiraciones en la vida. El carácter no se forja solamente con un título, se hace día a día experimentando cambios, ideas, experiencias, se hace enfrentándose a la vida. En definitiva, el título es como el "adorno" de la profesión. No importa si lo tienes, lo importante es saberlo utilizar.
Cuando una persona o un individuo carezca del conocimiento o esté inseguro de la actividad que quiera realizar a nivel profesional puede asistirse de ayuda en lo que es la orientación profesional, siendo este un proceso utilizado por personas capacitadas para ayudar a las personas a conocerse a sí mismos, a conocer el medio social en que viven y poder indicarle de cierta forma la actividad profesional que más le conviene a cada uno de ellos.

A mi parecer toda persona que vaya a ingresar a los estudios superiores debe de ir orientado hacia lo que esa persona realmente quiera y pueda aprender y ejecutar. Aunque una persona pueda tener una vocación determinada hacia "x" actividad profesional es necesario y recomendable que se oriente para darle más confianza y seguridad y para ponerle la contra parte y de esa manera poder reafirmar la convicción de esa persona hacia esa actividad.
Como conclusión, un individuo durante toda su vida busca profesionalizarse para alcanzar un fin que todo profesional busca, el cual es proveerse de fortuna para poder disfrutar de las cosas que le ofrece el mundo, claro esta para poder lograr esta meta el profesional debe proponerse, superarse día a día y siempre dar lo mejor de si. Lamentablemente no todos pueden llegar a su meta, ya que no posee el carácter suficiente para obligarse a cumplir con sus objetivos y se conforman con la mediocridad. Por tal motivo muchos pueden tener los mismos objetivos, pero dependiendo de la voluntad que posee la persona es el fruto de su éxito.
El Prestigio Y La Reputación
Prestigio
El Prestigio es el respeto, reconocimiento o influencia del que goza una persona, un grupo de personas, un profesional o una institución por su estatus social en la vida pública.
No existen medidas objetivas del prestigio. El nivel de prestigio, es decir, el mayor o menor reconocimiento, resulta de la comparación de las diferentes posiciones entre sí. La ‘distribución del prestigio’ en una sociedad está estrechamente ligada al poder político y económico de determinados grupos profesionales de alto rango (prestigio profesional). Al igual que los demás aspectos sociales, el prestigio está sujeto al cambio social: así, por ejemplo, una profesión con gran prestigio puede perderlo temporalmente por un cambio en el mercado laboral (como los médicos o abogados).
Una posición profesional excepcional puede conducir a una ‘generalización del prestigio’, como el reconocimiento profesional de un científico notable que se amplía a sus demás cargos y roles sociales.
Los ‘factores de prestigio’ que determinan el rango en la jerarquía social pueden ser: factores objetivos, como la formación escolar y profesional, el cargo o los ingresos, y subjetivos, como la valoración personal basada en las características biológicas (raza, aspecto externo), psicológicas (inteligencia) u otras (honradez, altruismo).
Los ‘criterios de prestigio’ son considerados orientativos para valorar el prestigio profesional: reconocimiento social de la profesión, grado de responsabilidad, formación, conocimientos científicos o habilidades.
Las personas o grupos con un ‘prestigio negativo’ gozan de escasa aceptación o de una mala reputación en la sociedad; es el caso de las minorías o grupos marginales.
En las sociedades industriales modernas, el prestigio profesional es normalmente un factor decisivo para el reconocimiento general de una persona. Con las escalas de prestigio se determina el rango de una profesión según el grado obtenido a través de muestreos representativos aleatorios de la población.
Reputación
Es el comportamiento bueno o malo de cada persona. La defiendo portándome bien con rectitud. La reputación es muy difícil recuperarla, pues cuando se comete un grave error nunca la sociedad lo olvida y siempre quedarás estigmatizado.

Tambien podria hablarse de la reputacion de las empresas que es la percepción de excelencia o admiración que causa a sus diferentes grupos constituyentes y que tiene un reflejo en la empresa, se convierte en un recurso intangible que goza de un indudable valor, pero que tiene asimismo las otras características de recursos valiosos como la rareza, la difícil imitación y el ser aprovechado por la empresa, como señala Barney (2001).

El recurso es raro porque se alcanza por medio de una serie de características propias de la empresa,como puede ser la calidad del producto o servicio de la empresa, la atención al cliente, el cumplimiento de responsabilidades sociales, la propia gobernanza de la empresa, es decir, unos patrones de gobierno corporativo de acuerdo con los códigos más usuales, como son Cadbury, Olivencia y Aldama, entre otros.

Esta rareza de la reputación, concreta y específica de una empresa, es lo que la hace difícilmente imitable. Es más, en la mayoría de los casos obedece a lo que los expertos denominan ambigüedad causal, es decir, que no se aprecia una relación clara de causa y efecto.

Al convertirse, por tanto, la reputación en un recurso se transforma en un arma estratégica que puede proporcionar a la empresa una ventaja competitiva en el mercado. Así, los consumidores generalmente conocedores, aunque de un modo implícito, de la reputaciónempresarial prefieren comprar a estas empresas y, por la misma razón, están dispuestos a pagar un sobreprecio por los productos o servicios de las mismas.

Desde el punto de vista de los costes empresariales, los trabajadores siempre preferirán prestar sus servicios en empresas que tienen una reputación superior, o en ocasiones aceptar una remuneración menor. Los proveedores siempre estarán dispuestos a negociar de modo más favorable con estas empresas. Hay autores que manifiestan que una buena reputación ayuda, asimismo, en aspectos del marketing de la empresa, como puede ser el refuerzo prestado a una campaña publicitaria, una mayor efectividad de los vendedores o la facilidad para introducir nuevos productos.