10 mayo 2008

DIMENCION ETICA DEL PROFESIONAL EN EL SIGLO XXI



Caracteristicas Generales De La Vida Profesional En El Siglo XXI


Hoy en día el profesional a olvidado sus deberes como miembro de una familia, y dedican sus días en tratar de subsistir o simplemente enriqueserse, convirtiendose en maquinas autonomas que solo saben trabajar y olvidan su lado humano.
La creciente participación de la mujer en el mercado de trabajo ha venido a modificar los clásicos equilibrios familiares en los que el hombre era el proveedor de recursos y la mujer la responsable del trabajo no remunerado ( cuidados familiares, tareas domesticas, etc.)
La existencia de este modelo de relaciones asimétrico limita la plena participación de la mujer en la actividad remunerada, su desarrollo profesional y personal y por tanto el acceso a la esfera de toma de decisiones.

Ante esta situación las mujeres han protagonizado un movimiento hacia un cambio estructural para conseguir un nuevo contrato social en el que el juego de roles en las esferas públicas y privadas sea más equilibrado.

La dificultad de compatibilizar el desarrollo de la vida profesional con las responsabilidades familiares ha llevado a las familias a la toma de decisiones destacables como retrasar la nupcialidad y disminuir la tasa de natalidad.

Las Personas Dependientes: Los Niños Y Niñas

La maternidad en muchos casos es uno de los condicionantes por los que la mujer se ve obligada a abandonar el grupo de "población activa", sobre todo cuando se acompaña de otros factores como la subsidiariedad del salario femenino en la familia y la precariedad y temporalidad del empleo femenino.

Pero en la actualidad entran y permanecen en el mercado de trabajo muchas mujeres con hijos e hijas menores que están poniendo de manifiesto la dificultad real de muchas familias para compatibilizar las responsabilidades familiares con las laborales.
Las guarderías, los centros de educación infantil, y los colegios deberían ser uno de los recursos principales para ayudar a compatibilizar el binomio familia y trabajo, y aunque un número muy elevado de madres trabajadoras utiliza estos centros para sus hijos e hijas más pequeños, sólo el 1,5% de las entrevistadas en la encuesta de compatibilización familia empleo -ECFE- realizada por Constanza Tobío ( Universidad Carlos III de Madrid.1998) los señala como facilitadores de la conciliación.

La falta de coordinación de horarios escolares y jornada laboral, las vacaciones escolares más prolongadas que las que disfrutan los trabajadores/ as y las enfermedades de los niños y niñas son los principales problemas que encuentran las familias según esta encuesta. Se requiere evaluar los modelos de protección y cuidado de la infancia y su compatibilidad con el mercado laboral.

Las mujeres se ven obligadas a buscar estrategias individuales basada en la red familiar extensa, mayoritariamente las abuelas, sobre las que recae una sobre carga de responsabilidades, un deterioro de la calidad de vida y a veces un alto grado de sufrimiento cuyas consecuencias han dado origen a un nuevo "..cuadro clínico que constituye una de las más extendidas pandemias sufridas por las mujeres del siglo XXI .El síndrome de la Abuela Esclava" (DR, Antonio Guijarro. Cardiólogo.)

La Atención A Personas Mayores Y Con Discapacidad

La protección de las personas mayores y con discapacidad la proveen mayoritariamente las mujeres en las familias.
La población dependiente, según las pirámides poblacionales y el alargamiento de las expectativas de vida, van a ser mayor que en la actualidad y los periodos serán también más largos.
Esta situación adquiere especial importancia en la actualidad tanto para la previsión y planificación de las políticas públicas en el gasto destinado a la creación de recursos para personas dependientes y apoyo familiar, así como la revisión de los horarios y tipos de servicios existentes o nuevos.
Por otra parte es necesario menciona que el problema de la conciliación no se reduce exclusivamente a las responsabilidades familiares sino también a toda una serie de tareas invisibles que realizan en general las mujeres y que forman parte de la trama misma del orden social: por ejemplo, la gestión de la economía familiar y el consumo, del ocio y las vacaciones, las relaciones con las instituciones y con los servicios del bienestar (salud, educación, servicios sociales), las relaciones personales y familiares, la vida asociativa y del barrio, etc.
Flexibilidad En El Puesto De Trabajo
Las familias valoran cada día mas la disponibilidad de tiempo para compartir entre sus miembros, en un estudio realizado por el IESE los directivos consideran como elemento más valorado en las ofertas empresariales la disponibilidad horaria para disfrute de la familia.

Por otra parte la Asociación de Antiguos Alumnos de ESADE en un estudio revelan que un 90% de los Directores de Recursos Humanos consideran que un buen equilibrio entre vida personal y profesional mejoraría el rendimiento en el trabajo de los empleados.Por tanto se necesita revisar la flexibilidad laboral, tanto en el uso de horarios como en los permisos de maternidad y paternidad así como facilitar la flexibilidad cuando se tengan hijos menores.

Esto nos hace pensar que es necesario potenciar un nuevo marco social .Las administraciones públicas deben potenciar la creación y ampliación de servicios de atención a los niños y niñas y personas dependientes, así como instrumentar medidas que potencien la flexibilidad laboral en las empresas.

La conciliación trabajo /familia debe ser considerada por las administraciones públicas como una problemática social que afecta a todos por igual y no exclusivamente a las mujeres, y a su vez la sociedad en su conjunto debe empezar a cambiar sus prioridades hacia un sistema en el que el tiempo de disfrute y el tiempo de trabajo tengan el mismo valor.
La Profesión En El Nuevo Contexto, Espacio-Temporal


Hoy en dia se habla de reducir el tiempo de preparacion academica para tener mayor cantidad de profesionales en el menor tiempo posible, sin disminuir la calidad. La vigencia, tiempo y el desarrollo de una profesión dependen de su habilidad para transformarse así misma, de enriquecer en forma continua el conjunto de saberes teóricos y aplicados de su campo y de mantener la permeabilidad suficiente que le garantice la cualidad de multidimensional y transdisciplinariedad (Haworth & Conrad, 1995). Tal transformación le permite a la profesión alcanzar óptimas condiciones para prestar servicios de calidad, pertinentes, y efectivos para satisfacer con éxito las necesidades y requerimientos de las personas e instituciones a quienes sirve (Vera, 2002).
La transformación de la profesión de orientación es impulsada por la diversidad de necesidades y situaciones presentadas por las personas e instituciones que recurren al profesional de la orientación. Este proceso transformador la ha llevado a convertirse en una profesión de tipo multidimensional de servicios humanos, de la cual se generan una variedad de subespecialidades. Las subespecialidades de la profesión de orientación pueden ser agrupadas según el ámbito de acción socio-institucional; tales como, orientación educativa, comunitaria, prevención y salud mental, desarrollo y planificación de carrera, asesoramiento y consultoría socio-laboral. Las subespecialidades de la orientación también pueden ser entendidas por las características específicas de las situaciones atendidas y por los enfoques aplicados; por ejemplo, farmacodependencia, familia y pareja, niños y adolescentes, gerontología, desarrollo y crecimiento personal, grupal, muerte y duelo, enfermedades terminales, rehabilitación e incapacitación.
La profesión de orientación también tiene características multidisciplinarias, la cual es motivada por las complejidades y variedad de conocimientos, entrenamientos, métodos y procedimientos de formación provenientes de diferentes campos afines a la orientación. Así mismo, por la variedad de experiencias y experticias de los profesionales que participan en la formación de orientadores. Esta condición de multidisciplinaria enriquece el proceso de formación de orientadores y fortalece la sensibilidad y rapidez de respuesta ante las circunstancias de los individuos y sus contextos, a la vez que hace viable la práctica social competente y responsable de los procesos de la orientación. La especificidad de las diversas especialidades de la orientación tiene sus raíces y responde al tejido sociocultural e histórico donde la profesión emerge y presta sus servicios (Brammer, Abrego & Shostrom, 1993; George & Cristiani, 1995, Gladding, 1996; Vera, 2002).
Las competencias para crear condiciones psicológicas, emocionales y ambientales facilitadores de los procesos de aprendizajes de la profesión de orientación y las capacidades para comunicar con eficacia el sistema de significados del campo de la profesión a los aprendices de la misma, se constituyen en un reto para educadores de orientadores; tales competencias y capacidades, contribuyen con la evolución positiva de la profesión y con la preservación de la eficacia en la acción social de la misma (Nelson & Neufeldt, 1998, Vera 2004).
Hasta la fecha, la profesión de orientación carece de una pedagogía propia reconocida que sustente y explique las prácticas educativas utilizadas en la formación de orientadores. Sin embargo, como resultado de años de investigación y de la evolución de la profesión, un consenso empieza hacerse visible en la literatura contemporánea sobre la formación de los profesionales de la orientación: Educar orientadores es una tarea compleja, exigente y demanda el pronto desarrollo de una pedagogía propia (Vacc, & Charkov, 1999; MacAuliffe & Erickson, 2000; Sexton & Griffin, 1997, Vera, 2002).
La tarea de formar profesionales de la orientación es compleja por cuanto aprender a ser orientadores implica aprender a percibir, entender e interactuar efectivamente, en forma personal y profesional, con una constelación de procesos humanos en un espacio temporal y sociocultural determinado. Por lo tanto el aprendizaje de lo que constituye la profesión y como ejercerla es un reto significativo a niveles cognoscitivos, emocionales y conductuales para educadores y aprendices. Así como también es un desafío para el centro formador y para los enfoques, métodos y estrategias educacionales que son utilizados en la preparación profesional de los orientadores.

El Capital Ético, Un Factor Clave De Éxito En El Siglo XXI

Proyectar el futuro, a medio plazo al menos, es un ejercicio de inteligencia para las personas y para los pueblos, sean homogéneos o plurales. Un ejercicio al que nos invitan hoy diferentes instancias, entre ellas el ciclo "Un horizonte para España", organizado por José Luis García Delgado, primer titular de la Cátedra "La Caixa" Economía y Sociedad. Conviene pensar el presente y planear creativamente el futuro, y para eso repasar nuestros recursos, actuales y previsibles, en materia de ciencia, economía, derecho, política, ciudadanía, ética. Repasar todo aquello que puede oficiar de capital.

Sabido es que el capital es un activo producido, productivo y duradero, que no se agota con un solo uso. Sabido es también que sin él no prosperan las empresas ni tampoco los países, al menos desde un punto de vista económico. Pero en los últimos tiempos, autores tan poco sospechosos de ignorancia en materia económica como Amartya Sen nos han recordado que incluso la economía tiene una meta situada más allá del beneficio monetario: el objetivo que le da sentido es el de crear una buena sociedad. Al fin y al cabo, las personas se afanan por ser felices, y una buena sociedad, una sociedad justa, es aquélla cuyos miembros pueden llevar adelante sus proyectos de vida feliz. Para lograrlo -se dice- es preciso recurrir al capital físico, financiero, humano y social, pero también -queremos añadiral capital ético.

Componen -a mi juicio- el capital ético los valores morales que una sociedad pluralista comparte desde la diversidad de proyectos de vida buena. Justamente, una de las tareas más exigentes en sociedades plurales consiste en organizar la convivencia tomando como referente lo que se ha llamado una "ciudadanía compleja", que no prescinde de las diferencias, como ocurriría tomando como modelo una "ciudadanía simple", sino que se propone integrarlas cuidadosamente desde valores compartidos, cuando son justas. Si ciudadano de una comunidad política no es sólo el que pertenece a ella, sino sobre todo el que trabaja para que sea justa, la ciudadanía se cultiva, y más aún la compleja. Por eso es urgente recordar cuáles son esos valores comunes en países como el nuestro, porque sin hacer de ellos carne y sangre de la vida cotidiana, hay mal futuro. Un buen camino es, en principio, la educación, siempre que se emprenda con tiento, con la clara conciencia de que no es lo mismo educar que indoctrinar.

Porque podría pensarse que basta con aprender en la escuela los valores superiores de la Constitución o los del Tratado Constitucional de la Unión Europea, o los de los distintos Estatutos de Autonomía, valores que, a fin de cuentas, son los mismos. Ahí radican a la vez la fortaleza y la debilidad del "patriotismo constitucional", que con tanto empeño defendió Habermas. La fortaleza de que los valores ético-políticos de los textos constitucionales en sociedades con democracia liberal permiten unir a sus gentes en un proyecto ético-político compartido, porque integran las diferentes etnias, religiones y razas en ese "dêmos", en ese pueblo, que incluye diferencias en el seno de la comunidad política. La debilidad -si es que es debilidad, que no lo creo- de que los valores superiores de esas sociedades son los mismos y mal pueden servir de base para un patriotismo que no sea cosmopolita.

Descubrir que se comparten valores es una buena noticia, siempre que uno de ellos sea el respeto activo a las diferencias justas, porque eso es lo que permite organizar respetuosamente la vida pública y, sobre todo, enfrentar con altura los mayores problemas de la humanidad: el hambre, la pobreza, el paro, el abandono, la violencia, la manipulación, la discapacidad, la dominación, la incultura. Los problemas más acuciantes de entre los que instan a la humanidad a resolverlos, aunque los medios de comunicación y la política estén en otros asuntos, día a día, hora a hora. Como si la tarea de la política y la de los medios no fuera la de priorizar por orden de importancia, sino otra cosa. Sin duda, en la escuela deberían enseñarse con luz y taquígrafos estos valores ya compartidos, que conforman una ética de los ciudadanos, una ética cívica. Desde ellos se orienta la educación en la ciudadanía. Pero "enseñar" no significa indoctrinar por parte del profesor, memorizar por parte del alumno textos constitucionales o estatutos, ni siquiera si se trata de sus preámbulos. Memorizar no sirve para nada en esto de los valores, lo que importa es aprender a degustarlos, como ocurre con los buenos vinos, de los que nada se sabe sin una morosa cata. De donde se sigue el querer incorporarlos en la vida corriente porque dejan un buen gusto, ganas de repetir.
En esto de los valores y su incorporación en el día a día contamos con una tradición intelectual muy próxima, en la que cuentan al menos Ortega, Zubiri, D’Ors, Aranguren, Laín, Marías. Desde ella sabemos que los valores no los inventamos, sino que "los hay", son cualidades de las personas, las acciones, las instituciones o las cosas, que atraen cuando son positivos y repelen cuando son negativos.
Como la justicia o la libertad, que atraen, mientras que la injusticia y la dominación repelen. Sabemos que nos permiten acondicionar el mundo, haciéndolo habitable, porque mal se viviría en un mundo sin solidaridad o sin belleza, como se malvive en un edificio sin ventanas, con mugre y mal olor. Pero "valores éticos" serían aquellos que cualquier persona o cualquier pueblo deberían incorporar para considerarse humanos. Jugar bien al tenis no es un deber moral, decía Wittgenstein en su Conferencia sobre Ética, pero si digo una mentira escandalosa, no puedo responder a quien me critique que no quiero comportarme mejor, sin que su réplica sea: pues debería hacerlo. Aspirar a esos valores e incorporarlos en la realidad cotidiana significa forjarse un carácter dispuesto a hacerlo, por eso no basta con memorizar textos, por buenos que sean, sino que es preciso aprender a degustar los valores que, como los buenos vinos, más se aprenden por degustación que por instrucción.

Recordar cuáles son los valores que componen el capital ético de nuestro país no es difícil. La justicia debería ser sin duda el quicio de la comunidad política, y por eso cuando es injusta está desquiciada, fuera de quicio, como esas puertas encalladas que ya ni abren ni cierran, están de más. Y la justicia reclama cuando menos libertad frente a esclavitud y tiranía; igualdad de capacidades básicas para llevar adelante proyectos de vida feliz; solidaridad entre las personas y los pueblos en tiempos de interdependencia; respeto activo hacia otras formas de pensar y vivir, siempre que no sean injustas; responsabilidad por lo vulnerable, por niños, ancianos, enfermos, discapacitados, pero también, aunque con un nivel de exigencia diferente, responsabilidad por la naturaleza que, por primera vez en la historia, está en nuestras manos; y diálogo como medio de resolver los desacuerdos, siempre que estén puestas las condiciones que le dan sentido.

Proyectar el futuro contando también con este capital ético, propio de una ciudadanía compleja, es una apuesta cuando menos inteligente por realista.

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